martes, junio 25, 2013

Las dos mitades de Venezuela deben pactar.

Cuando una nación está en peligro, tal fue el caso de la Gran Bretaña, en la II guerra mundial, lo primero que hizo el gobierno, fue llamar al “enérgico y visionario” Winston Churchill, en reemplazo como Primer Ministro “del apaciguador” Arthur Neville Chamberlain, para que dirigiera al Imperio Inglés durante la declarada guerra a la Alemania Nazi de Adolf Hitler. El tiempo y los resultados dieron ampliamente la razón al liderazgo que tomó tal decisión.

Poco tiempo después EE.UU. se incorpora a la guerra junto a los aliados europeos, entre los cuales estaba Rusia, con quién EE.UU. ya tenía diferencias políticas e ideológicas, pero dado que se trataba de salvar a Europa, la unidad era necesaria ante el gran poderío militar que exhibía la ambiciosa Alemania de entonces, conducida por un megalómano. Sin la ayuda yanqui, hubiera sido imposible ganar la II guerra mundial a los países invasores.

Los ejemplos anteriores, pretenden alertar al gobierno de Venezuela, país este que se encuentra al borde del abismo, salvando las diferencias en tipos de peligro, dada la gran cantidad de dificultades políticas, sociales y económicas que enfrenta, las cuales difícilmente podrá el gobierno resolver unilateralmente, con la otra mitad de Venezuela observando.

Peor aún,  esa otra mitad recibiendo a diario, amenazas, ofensas y vejámenes del gobierno, sin que éste se decida a reconocer y a respetar a las minorías políticas como en cualquier país democrático y civilizado. Para colmo, el gobierno se niega a aceptar, que la oposición posee actualmente un nivel de fuerza electoral que ciertamente pareciera superarle.

Se conjetura que los radicales del gobierno, y sus asesores internacionales, preferirían seguir adelante solos, con la pretensión de dar una solución unilateral a esta severa crisis, o zozobrar solos en el intento, sin dar su brazo a torcer, ni intentar pactar con la otra mitad, ignorando la gravedad del momento que vivimos todos los venezolanos, lo cual no dejaría de ser una gran irresponsabilidad de parte de éstos radicales, de prevalecer esta estrategia. 
 
No obstante, las conocidas y evidentes divisiones y luchas internas que existen dentro de la militancia política del gobierno, se espera que la sensatez y la sindéresis predominen y lleguen a entender, que Venezuela es de todos nosotros, que todos sufriríamos las consecuencias de no actuar o actuar erróneamente, lo que obliga a reflexionar responsablemente.

Sin embargo, tarde o temprano la realidad obligaría al gobierno de Nicolás Maduro a concretar un pacto político con la oposición y con los sectores empresariales, entre otros, para resolver con éxito los diferentes problemas nacionales actuales, para así continuar con la gestión de su gobierno en calma, y con la gobernabilidad necesaria para llegar en relativa paz al año 2019.

Por otra parte, en el supuesto negado de que la MUD tenga la razón, y el TSJ llegue a la conclusión final de que hubo fraude en la elección presidencial del 14 de abril reciente, y se pronuncie por repetirlas, también sería necesario llegar a un pacto político entre ambas corrientes, para evitar que las emociones se desborden y se produzca ingobernabilidad.

El riesgo que se corre es demasiado grande, de seguir adelante con la situación actual la cual se complica día a día, sin que se produzca una especie de acercamiento o dialogo, entre las dos mitades de Venezuela y se logre un pacto, para salvar al país de un posible CAOS.

Algunos de los temas reales a resolver con carácter de urgencia son: Criminalidad agravada,  economía en franca emergencia, inflación galopante, indefinición del modelo económico a seguir, ataques perversos e inexplicables a las universidades y a la educación tradicional, deudas con trabajadores,  corrupción extrema en el gobierno sin culpables, nombramientos pendientes por la AN en organizaciones del Estado (CNE, Procuraduría, TSJ), decisión pendiente de parte del TSJ sobre las elecciones del 14-A, resultados de la investigación que se sigue al audio de Mario Silva, situación irrita e inhumana de los presos políticos opositores.

Los temas expuestos arriba son de carácter nacional vinculante, y obviamente afectan a toda la población venezolana, razón por la que es mandatorio para el gobierno, escuchar la opinión de las minorías y oír sus alegatos y probables contribuciones para su solución, tal como sucede en todo gobierno democrático, abierto, tolerante, justo y sensato. 

Aún cuando se conoce el rechazo de un sector radical del gobierno a los diálogos y pactos, lo cual han demostrado con sus ácidas e insostenibles críticas al pacto de Punto Fijo que hubo en periodos pasados entre AD y Copei, al cual aborrecen; este sería un pacto diferente, entre organizaciones políticas con profundas diferencias ideológicas, que seguramente será muy espinoso abordar y desarrollar por ambas corrientes políticas. No obstante, de no llevarse a cabo dicho acercamiento y pacto, se correría el riesgo de perder la republica, dadas las diferentes amenazas que bullen o pululan en el entorno actual del País.

Entre las amenazas que se ciernen sobre Venezuela, se destaca la posibilidad de un golpe de estado cívico militar, o de una guerra civil, esta última la cual ha invocado pertinazmente Diosdado Cabello. Ambas amenazas, pudieran producir un baño de sangre impredecible e incalculable en cuanto a costo en vidas, recursos y duración que tomaría en desarrollarse.

Además, se vislumbra la posibilidad cierta de una protesta nacional, la cual pudiera gestarse, en el caso de que el gobierno no resuelva con prontitud los diferentes problemas políticos, sociales y económicos que confronta Venezuela en la actualidad y afectan profundamente a la población venezolana.

Por lo que se observa y se conoce, la oposición democrática pareciera estar abierta al dialogo y dispuesta a contribuir con soluciones. Por el contrario, al gobierno se le hace más difícil y comprometedor aceptarlo para llegar a dicho pacto nacional. Las razones son bien conocidas.

De aceptar el dialogo y llegar a un posible acuerdo o pacto, el gobierno tendría que aceptar el fracaso del socialismo como modelo de desarrollo económico y se vería obligado a aplicar el modelo económico del libre mercado, cuya lucha contra el mismo ha sido una de sus banderas políticas, la cual comparte con el grupo del Alba, Cuba y Argentina, razón por la que requerirían consulta y aprobación de todos sus miembros, para dar ese fundamental paso.


Finalmente, es posible que el gobierno tenga reservas, de que la otra mitad de Venezuela, le haga fuertes exigencias democráticas, las cuales posiblemente no aceptarían por razones de: principios, orgullo, ideología, o miedo, entre otras posibles causas. Entretanto, seguimos esperando a ver qué pasa. ¡Que Dios proteja y bendiga a Venezuela!

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