lunes, mayo 27, 2013

Es diferente oponerse a un gobierno democrático, que luchar contra una dictadura.

Una de las grandes dificultades que ha tenido la oposición, para lidiar con el actual gobierno de Venezuela, ha sido no saber “exactamente” cómo actuar durante gran parte del tiempo que el chavismo ha sido gobierno, en el cual nos hemos opuesto a una supuesta “democracia”.

Esa ha sido una gran desventaja, para los partidos políticos democráticos reunidos alrededor de la MUD, dado lo respetuosos, de las normas democráticas que han cuidado con esmerada pulcritud, durante estos largos 14 años, donde el gobierno ha violado cualquier cantidad de artículos de la Constitución y del Estado de Derecho, que han ameritado sanciones como la CARTA DEMOCRÁTICA de parte de la OEA, que ésta “inútil” organización jamás se ha atrevido a emitir, dado que se ha convertido en un gran y costoso club de gobiernos forajidos  amigos.

Esta inédita situación, ha permitido al gobierno chavista hacer lo que le viene en gana, sin ningún tipo de escrúpulos. A tal punto que ha recibido múltiples llamados y sanciones de parte de la CIDH, a que respete a las minorías venezolanas, las cuales han sido víctimas de múltiples abusos de poder de parte de funcionarios del gobierno, así como de los poderes del Estado venezolano, totalmente volcado a defender la denominada “revolución bolivariana”.

El gobierno exige pulcritud y respeto a los medios de comunicación privados, por las acciones y actos de parte de sus funcionarios públicos, y al mismo tiempo utiliza los medios de comunicación del Estado; para difamar, ofender, hacer proselitismo político, como si esos medios fuesen propiedad del gobierno y no del Estado y/o de todos los venezolanos.

Los ciudadanos que desean hacer una denuncia pública por radio o televisión, son conminados por los conductores de los programas de opinión, a que se expresen decente y adecuadamente, sin proferir palabras ofensivas en contra de los funcionarios del gobierno, tal como debería  ser.  Sin embargo, el mismo presidente Maduro y otros líderes del chavismo, no desperdician oportunidad; para denigrar, ofender, mancillar y condenar a los líderes de la oposición (por radio o televisión) cuantas veces se les ocurra, sin que sucedan consecuencias.

Dentro de la oposición existen diversas corrientes y opiniones de cómo enfrentar la lucha política contra este régimen oprobioso. La MUD ha venido dando el mensaje de continuar la lucha pacíficamente, respetando la constitución, leyes e institucionalidad democrática. Otras corrientes invitan a ser más radicales, e incitan abiertamente a sublevarse contra el gobierno, vistos los múltiples abusos que éste comete impunemente en Venezuela y ante el mundo.

Las últimas actuaciones del gobierno, según los anuncios anti democráticos del ilegítimo Maduro, están poniendo a prueba el aguante de la oposición democrática, respetuosa de la constitución y de las leyes, que hasta ahora ha prevalecido en la conducta política de las mayorías democráticas, actuando siempre apegada a derecho. Pero existe un límite.


Incitar a los chavistas radicales a que persigan a los opositores, ordenar a la FANB armar a 2 millones de obreros para que defiendan la revolución, sacar una lista de 900 mil chavistas que votaron por H. Capriles, para perseguirlos y despedirlos de sus empleos; son ejemplos de estas desvariadas actuaciones de Maduro durante su gobierno. Actuaciones como estas, pareciera reclaman cambios sustanciales de parte de la oposición, para continuar la lucha, no contra una democracia, sino contra una vulgar dictadura, que es lo que en el fondo representan.  

lunes, mayo 20, 2013

El legado armado de Hugo Chávez


La estructura cívico militar que ideó y estructuró Hugo Chávez para perpetuarse en el poder, hoy día, a unos pocos meses de su muerte, está más vigente que nunca, aunque no tan cohesionada como la tenía su creador durante su liderazgo, como presidente de Venezuela.

Ese poder armado, inquieta permanentemente a la población civil pacífica, sobre todo a la del lado opositor, sin descartar que dentro del mismo chavismo existe preocupación y zozobra, por las contradicciones que se están viendo y haciendo cada vez más evidente, entre el sector militar y el de las milicias, a la luz de la presidencia espuria y débil de Nicolás  Maduro.

A decir verdad, las milicias nunca han sido bien vistas por los militares venezolanos en general, puesto que evidentemente fueron creadas e impuestas como contrapeso al sector militar, en caso de deslealtades u otros síntomas de arrepentimiento o dudas sobre el destino y rol de la revolución bolivariana.

En esta nueva fase del chavismo, con Nicolás Maduro como presidente, este legado empieza a preocupar al mismo gobierno nacional. “Maduro no es Chávez”, promueve luchas internas dentro de PSUV, vistas las pretensiones evidentes de Maduro de hacer un gobierno a semejanza del que hubiera hecho Hugo Chávez, lo cual luce inviable, vistas las diferencias evidentes entre ambos personajes, aunadas a las diferentes necesidades actuales del País.

Para nadie es un secreto,  que los militares le tenían una mezcla de admiración, respeto, odio y miedo, a Hugo Chávez, dada su condición misma de ex militar, y el tipo de carisma y liderazgo que tenia y ejercía. Es oportuno recordar que la casi totalidad de los militares de alto rango que manejan y controlan las tropas y ejércitos armados, provienen de la misma promoción de Hugo Chávez o posteriores a esta, convertidos ahora en fichas que defienden la revolución.

Partiendo del principio de que los liderazgos no se heredan ni se decretan. Estos nacen, se cultivan, se ganan, o se imponen a fuerza de talento y logros personales o grupales. La constitución de Venezuela, establece, que el Comandante en Jefe de la FANB es el Presidente de la Republica. No obstante, si este Presidente no ejerce el mando adecuadamente, pudiera ser desconocido como tal, por el sector militar inconforme, y pudieran presentarse consecuencias violentas e indeseables. Estas consecuencias pudieran ser legales o ilegales, según sea el caso.

Por ello, se evidencia la desconfianza que empieza a mostrar Nicolás Maduro por sectores militares. En contrapeso, intenta reivindicar el importante rol de las milicias que les atribuyó Hugo Chávez. Según se dice, las milicias están armadas, entrenadas y compuestas por unos 400.000 ciudadanos civiles venezolanos, quienes son fichas políticas afectas al chavismo.

Mientras tanto, las Farc, quienes siempre habían tenido el respaldo de Hugo Chávez, quién las califico de beligerantes, y les dio apoyo y cobijo en tierras venezolanas, lo cual a mi entender sigue ocurriendo; las mismas están participando en diálogos de paz con el gobierno colombiano, cuyo final está por verse. Estas mismas fuerzas narco terroristas, han dado su apoyo a Maduro, y muy difícilmente entreguen las armas. Por el contrario, gracias a las torpezas del gobierno de  JM Santos, las Farc se fortalecen y pudieran seguir representando un peligro evidente por muchos años más, para Colombia, Venezuela y Latinoamérica.