sábado, julio 17, 2010

Las relaciones gubernamentales colombo – venezolanas

Guillermo A. Zurga, viernes 16 de julio de 2010.

Se ha dedicado mucho espacio en la prensa, radio y televisión al tema de las relaciones entre los gobiernos de Colombia y el de Venezuela. He oído cualquier cantidad de análisis y criterios sobre cómo serán éstas relaciones una vez que el doctor Juan Manuel Santos asuma la presidencia de Colombia.

Sin duda alguna, que para los habitantes de ambos países lo deseable sería, que estas relaciones se reanudasen y fuesen los más responsables y amistosas posibles, tal como han sido en el pasado. Desde el punto de vista comercial, ambos países sufren pérdidas cuantiosas en sus respectivas economías, dada la gran cifra global de intercambio anual, superior a los 7 mil millones de dólares.

Desde que el gobierno venezolano, unilateralmente congelara las relaciones comerciales con Colombia, los industriales y comerciantes colombianos, con la ayuda de su gobierno, han tenido que trabajar urgente e intensamente en el reemplazo de los mercados venezolanos perdidos, por nuevos mercados en: Europa, China, Canadá y otros países, para evitar un colapso en la economía colombiana.

Por su parte, Venezuela ha tenido que acudir urgentemente a países más lejanos, para importar los alimentos y bienes de consumo que tradicionalmente nos ha venido supliendo Colombia, con el agravante entre otros, de tener que pagarlos más caros, y correr el riesgo de que estos se pudran en los muelles, tal como ha venido sucediendo, por culpa de la corrupción y la falta de procedimientos, logística y controles adecuados.

A pesar de esta necesidad apremiante que tienen ambos y países de mantener unas buenas relaciones diplomáticas, culturales y comerciales, que beneficien a ambos pueblos, las diferencias ideológicas y políticas existentes entre ambos gobiernos pareciera que niegan toda posibilidad a una reconciliación inmediata.

La denuncia reciente, hecha por el gobierno colombiano de que existen bases guerrilleras permanentes, y líderes de la Farc viviendo libremente en Venezuela, aleja aun más la posibilidad de una reconciliación y un mejoramiento en estas relaciones. La posibilidad de que el presidente venezolano viaje a Colombia a la toma del poder por Juan Manuel Santos – lo que pudiera significar un acercamiento progresivo – de momento pareciera que no se concretará.

La gran manzana de la discordia y el principal protagonista de esta tragicomedia, son los narco terroristas de las Farc y del ELN, quienes ideológicamente están muy ligadas al gobierno venezolano, quién al parecer las defiende y las protege. Además, las consideran un movimiento político beligerante, que según Hugo Chávez, deben ser considerados como tal. Finalmente, las Farc forman parte del proyecto de las izquierdas del continente latinoamericano, conocido como Grupo de Sao Paulo, al cual también están ligados los gobiernos de Argentina, Cuba, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, y Venezuela.

En la Asamblea Nacional de Venezuela se ha llegado al colmo de rendirle homenaje póstumo al guerrillero alias Raúl Reyes, dado de baja por el ejército colombiano, en una evidente provocación al gobierno colombiano. Al líder de las FARC, alias Manuel Marulanda, el chavismo le edificó una estatua en Catia, por considerarlo un héroe popular.

El presidente venezolano, en un alarde de intentar legitimar y dignificar la causa de las Farc, en una ocasión declaró públicamente que Venezuela no limita con Colombia, sino con las Farc. Por supuesto, estas desafortunadas afirmaciones deterioran las relaciones con el gobierno del vecino país.

Con estos factores en juego, es prácticamente imposible que la reconciliación entre Colombia y Venezuela se dé como un hecho. Por el contrario, es más factible que las diferencias se profundicen, dadas las recientes acciones recientes de profundizar el comunismo en Venezuela, impulsadas abiertamente por el gobierno venezolano, con la posibilidad de que éste se declare abiertamente en una dictadura, al ser éstas acciones obviamente rechazadas por las mayoría del pueblo venezolano, según lo señalan recientes encuestas.

CONCLUSIONES

  1. En Colombia se siguen eligiendo gobiernos democráticamente, y la sociedad colombiana ha logrado grandes progresos en establecer un inobjetable estado de derecho que garantiza la independencia de las podres del estado, que permite la aplicación correcta de justicia y garantiza el respeto a los derechos humanos.
  2. Esto sumado a los proyectos de desarrollo económico y de atención social en pleno progreso, son argumentos más que suficientes para rechazar las malvadas pretensiones de las Farc, y de quienes les apoyan, de derrotar militarmente al gobierno colombiano para implantar un comunismo en Colombia, lo que al final, pareciera ser el propósito principal de estos movimiento subversivos.
  3. No es un secreto que los recientes gobiernos colombianos han hecho múltiples intentos fallidos en lograr desarticular por medios pacíficos y militares a estos grupos de delincuentes, y aunque con el “Plan de Seguridad Democrática”, impulsado por el gobierno colombiano actual han logrado grandes éxitos en esta lucha, esto ha sido insuficiente y la lucha aún continúa.
  4. Lamentablemente, los gobiernos de los países del grupo ultra izquierdista de Sao Paulo, se hacen la vista gorda, y en alguna forma le niegan colaboración y apoyo a Colombia en esta inusual y crucial guerra. Por el contrario, con tretas, mentiras y manipulaciones los gobiernos simpatizantes de las Farc, pareciera que contribuyen en forma soslayada con estos grupos para mantenerlos activos y vigentes, como una especie de punta de lanza armada continental del marxismo leninismo, para intentar doblegar con las armas la voluntad democrática del pueblo latinoamericano.
  5. Con la experiencia, dominio y beneficios obtenidos por los terroristas de las Farc en el negocio ilegal de los narcóticos, que como se sabe es un negocio mundial altamente lucrativo, y pareciera que este aspecto se ha convertido en el propósito mayor de las Farc, para mantenerse alejados de las actividades institucionales de su país y continuar con su lucha armada, donde la lucha política e ideológica pareciera quedar relegada a los interés económicos del negocio de la droga. En este escenario, es imposible una reconciliación.
  6. En consecuencia, las Farc y las ELN – por esa estela de barbarie que han utilizado en su lucha - dejaron de ser una opción política de poder ejemplar en Colombia, dada la pérdida de credibilidad y legitimidad de su propósito de lucha a favor de los cambios económicos y sociales que necesita ese país, para beneficio de las mayorías. Colombia, con los resultados de su reciente elección presidencial ha demostrado fehacientemente que las rechaza y condena, y prefiere el sistema democracia con todos sus defectos e imperfecciones, en lugar del comunismo.
  7. La última palabra en esta difícil situación colombiana, que en una u otra forma afecta a toda Latinoamérica, pareciera ser que la tienen los gobiernos y organizaciones izquierdistas latinoamericanas y mundiales, que por su engañosa afinidad ideológica con estas narco guerrillas, pareciera que aún las apoyan y protegen.
  8. Estos conocidos gobiernos y organizaciones, tienen el deber moral y la responsabilidad política y social de cesar en auparlas, estimularlas y apoyarlas. Además, deberían persuadirlas a éstas dejen la lucha armada y se incorporen a la sociedad colombiana, bajo unas condiciones negociadas que deben iniciarse de inmediato con carácter de urgencia, tal como lo está solicitando el actual presidente colombiano y otros factores de la comunidad mundial. Fin.

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