Luego
de una racha de numerosos triunfos políticos de las izquierdas socialistas latinoamericanas,
aglutinadas como partidos políticos dentro del Foro de Sao Paulo, ocurridos durante
15 años a principio del siglo XXI, e iniciada con el triunfo abrumador chavista
de 1998, el cual contagió y emponzoñó a todo la región; hoy día, éstas izquierdas
socialistas se vienen tambaleando de una manera que luce irreversible.
Signados
por la corrupción, la improvisación, la mentira, la manipulación, el nepotismo,
el populismo, el narcotráfico y extrañas políticas internacionales; gobiernos
como los de Argentina, Brasil y Venezuela; están siendo observados, protestados
y rechazados fuertemente por sus respectivos pueblos.
Salvando
las diferencias existentes, entre los gobiernos de Argentina, Brasil y
Venezuela, los cuales conforman un gran triangulo perverso del egocentrismo; los
escándalos de corrupción y nepotismo vienen sucediéndose desde hace tiempo,
pero contenidos por los propios gobiernos, quienes al parecer son al menos, cómplices
y/o partícipes de éstos actos delictivos. El narcotráfico pulula ampliamente en
estos países, ante la indiferencia de
sus gobiernos, razón para que hasta el Papa Francisco haya dado una voz de
alerta, preocupado por la fabricación y distribución de drogas sintéticas en
Argentina; razón para alarmarse.
En
Brasil, durante las presidencias de Inácio Lula da Silva, la luna de miel entre
este gobernante y el pueblo brasileiro, debido a su carisma personal aunado a
sus primeros éxitos económicos y sociales, se fue agriando poco a poco, hasta
su salida del gobierno. La economía de Brasil empezó a dejar grietas y dudas
sobre las políticas internacionales; a tal punto que Dilma Rousseff, casi
pierde la reelección. Hoy día, el caso de Petrobras y la declinación económica
del país, entre otros reclamos del pueblo, han desatado una ola de protestas en
todo el país, entre las cuales hasta se exige la realización de nuevas
elecciones. Existe la versión de que Dilma Rousseff sabía sobre la corrupción
en Petrobras, que la protegió y actuó muy tarde.
En
Venezuela la situación política es la más extrema en toda Latinoamérica. La
decisión del gobierno de EE.UU. de considerar al gobierno de Venezuela una amenaza para la seguridad de ese país, seguida de las sanciones a funcionarios
venezolanos por violación a los derechos humanos y corruptos; han
exacerbado la situación política en el
país. Las últimas noticias sobre la participación de PDVSA en actividades de
lavado de dinero, en operaciones financieras con Bancos adiestrados en
blanquear dineros mal habidos; han empeorado la percepción interna y mundial del
gobierno de Venezuela, en materia de corrupción e ilegalidad.
Los
gobiernos de Bolivia, Chile, Ecuador y
Uruguay, aún cuando no han llegado al extremo de la corrupción, abusos e
ineficacia del gobierno dictatorial de Venezuela; le siguen apoyando en su
desastroso desempeño y despótica actuación.
La génesis marxista leninista y anti imperialista de estos gobiernos les
ciega; a tal punto, que desestiman las violaciones a los DD.HH., los abusos de
poder, los actos de corrupción, las violaciones a la constitución y su
asociación con el narcotráfico. Eso sí, disfrutan en grande fustigando a los
EE.UU.
Ante
esta situación casi generalizada en sur América, donde la corrupción, la
ineficacia, la desidia, el narcotráfico, el nepotismo, las políticas públicas
deficientes y las arbitrarias políticas internacionales, donde países tan
importantes e influyentes en la región, como Argentina, Brasil y Venezuela; son
protagonistas principales; empiezan a vislumbrarse cambios radicales en la
administración de esos gobiernos.
En
fin, se espera que en los próximos años, los partidos gobernantes en estas
naciones sean de ideología política de centro derecha, o de izquierda moderada.
Es ilógico, ilegal e inmoral, que con el argumento de hacer justicia social y
reducir la pobreza; sea necesario destruir la economía de un país, corromper sus instituciones y dividir a su población;
excluyendo y persiguiendo a las minorías políticas del país.
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