Vista la caótica situación
económica que vive Venezuela, y considerando que el empresariado se encuentra
maniatado y restringido cual es la realidad que vivimos en nuestro país, he tomado escribir este artículo, con la idea
exponer la situación de injusticia que vive dicho sector, esperanzado en que se
encuentren formulas equilibradas que permitan incrementar la actividad privada
en el país en pro de su desarrollo económico.
Sabemos de las intensiones
ideológicas del gobierno actual de profundizar en el sistema económico del
socialismo, que nos es otra cosa que estatizar aún más la economía del país lo
cual es posible acorralando cada vez más al sector empresarial hasta reducirlo
a su mínima expresión, empeorando la economía y dificultando de paso la ayuda social
a los menos favorecidos del país, vista de paso la grave crisis de PDVSA, atada
al proceso revolucionario.
Un empresario, en
términos simples, es aquella persona que crea o adquiere un negocio o empresa,
y luego, se dedica a trabajar en él y hacerlo crecer. Es evidente que el
Estado venezolano ha ido acorralando al empresariado, con: regulaciones
extremas, controles arbitrarios, leyes laborales parcializadas, expropiaciones
y confiscaciones caprichosas; medidas estas que han producido una enorme merma
en la generación de bienes y servicios por el sector empresarial privado, que
han obligado al Estado el tener que importar cada vez más productos de primera
necesidad y comestibles que antes producíamos
en la nación.
Es notoria inviable y
desproporcionada la ambición y sueños
del oficialismo de profundizar en el socialismo (más estatismo) para hacer
irreversible en el tiempo este sistema económico nefasto y fracasado en el
mundo en diferentes regiones del mundo. Esta pretensión del chavismo, de seguir
estatizando la economía en función de un sueño “socialista” del ex presidente
Hugo Chávez, compartido con quienes formaron parte de su entorno, para
complacerlo y honrarlo; es un error que raya en la locura, el cual puede costar
mucho más caro al venezolano, de lo que hasta ahora ha costado esta aventura de
la revolución bolivariana, destruyendo al aparato productivo del país y
endeudando a Venezuela.
Insistir en el socialismo e
ignorar y/o abstraerse de la importancia del capital privado en el desarrollo
de las economías de los países, es simplemente estar de espaldas a las
realidades fundamentales, necesarias para el progreso, desarrollo y la
felicidad de los pueblos.
En un mundo moderno y civilizado
el dialogo y los acuerdos ganar – ganar entre los factores políticos, sociales
y empresariales, privan por encima de las amenazas, regulaciones y los
controles desmedidos y leyes unilaterales inconsultas, que persiguen la
imposición injustificada de “medias verdades” a los sectores productivos
privados de la vida nacional, con el propósito político de lograr popularidad
entre la población, desestimando el progreso económico y modernización de la
nación.
Si bien es cierto que los
gobiernos tienen la obligación moral, lógica y humanitaria de velar por que se
cubran las necesidades básicas de las mayorías pobres, también es cierto que
existen otras maneras progresistas de hacerlo, diferentes al socialismo o
estatización exagerada de la economía. Desarrollar y diversificar la economía
del país, aupando a la inversión privada a participar, es un camino sensato
para lograrlo, lo cual es perfectamente viable y lógico.
China, Cuba, La URSS, Alemania
del Este, Corea del Norte y los países
del lado oriental de Europa, se dieron cuenta de esa inocultable realidad hace algo más de 30 años. Todos estos
fracasos del socialismo mundial, deberían servir de ejemplos a Cuba y a
Venezuela, para evitar caer en el mismo error de quienes se empeñaron en
mantener tal sistema económico socialista, a sabiendas de que en la realidad es
un sistema económico obsoleto e inviable.
Es cinismo, demagogia y populismo,
asegurar a los cuatro vientos que Venezuela se convertirá en una nación
socialista. De hecho el gobierno lo ha planteado infinidad de veces mediante la
amenaza permanente, de que en este próximo periodo gubernamental (2013-2019),
de ganar las elecciones, profundizarán en el socialismo.
Ante su fracaso y lo anti-popular del sistema político comunista, así como el rechazo natural de éste, por las
mayorías latinoamericanas por tal sistema, Fidel Castro explica, que el sistema
político comunista cubano fracasó, y que el mismo se ha convertido en el
sistema económico socialista. Un hábil juego de palabras del ilusionista
político más fantoche de América, y cuidado si del mundo. Confundir a propósito
el sistema político comunista con el sistema económico socialista, pareciera
ser un error, pero no lo es, viniendo de un experto en marxismo leninismo, como
lo es Fidel Castro.
Una sociedad comunista (dictadura
del proletariado) utiliza al sistema económico socialista (estatismo por
excelencia) para generar riqueza. Un sistema político libre o democrático,
utiliza como sistema económico predominante al sistema de libre mercado o
capitalismo.
China utiliza los dos tipos de
sistemas económicos. El socialista (comunas, cooperativas, estatismo) y el de
libre mercado (capitalista). No obstante utiliza el sistema político comunista,
que como todo el mundo sabe es un sistema regulador, totalitario, controlador,
opresor que niega las libertades ciudadanas individuales y colectivas.
Un sistema político libre y
democrático, utiliza al sistema económico de libre mercado, para generar
riquezas y desarrollarse económicamente en libertades plenas. El sistema de
libre mercado inspira y propicia la creatividad, la iniciátiva privada, el
libre pensamiento, y requiere de un sistema de justicia independiente y ciego
que garantice aplicar justicia imparcial. Por ello, el gran desarrollo que han
tenido las naciones en democracia con un sistema de libre mercado o
capitalista.
El sistema económico socialista,
interpretado como la estatización de la mayor parte o de toda la economía de
una nación, mediante la propiedad y administración directa por el Estado de
todas las empresas - convertidas en comunas,
cooperativas y/o empresas estatales - plantea que estas trabajen con ganancias
mínimas y muchas veces a perdida, lo que significa subsidios y déficit fiscales
por doquier, influyendo negativamente en la generación de las riquezas.
Lo planteado, es básicamente lo que
se decidirá el próximo 14 de abril. No se trata solo de elegir a un nuevo
presidente. Se trata de elegir una nueva forma de gobierno. Escoger entre un
gobierno totalitario retrógrado con una economía orientada Ideológicamente al
socialismo (estatismo), o cambiar a un gobierno democrático progresista con una
economía orientada al libre mercado, donde el capital privado tenga un rol
fundamental en el desarrollo del país.
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