miércoles, agosto 11, 2010

Lo comercial privó sobre lo político

Guillermo A. Zurga, miércoles 11 de agosto de 2010.

Las diferencias diplomáticas, políticas e ideológicas entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, se acaban de resolver prácticamente por la vía comercial – por un término de tiempo que nadie se atreve a vaticinar - y en un extraño escenario donde se volteó la página de la política e ideología, esa misma, que causó el verdadero conflicto y que en momentos se consideraba innegociable por el gobierno de Colombia.

La impresión personal que tengo del reciente arreglo entre ambos gobiernos, es la de que el presidente colombiano Juan Manuel Santos, le tendió un salvavidas al presidente Hugo Chávez, quién muy hábilmente lo tomó y lo capitalizó en su favor, para tomar algo de aire fresco, visto el acorralamiento al que fue sometido por el presidente Álvaro Uribe ante la comunidad internacional, y debido a la catastrófica situación interna que tiene su gobierno como consecuencia de los múltiples problemas y errores domésticos que han cometido en Venezuela, sin soluciones concretas a la vista que ofrecer.

Ante unas próximas elecciones parlamentarias en Venezuela, prácticamente perdidas por el gobierno, según la mayoría de las encuestas realizadas a la fecha, aunado a la galopante inflación y a un preocupante y alto déficit fiscal y de liquidez, Hugo Chávez y su gobierno toman un poco de aire fresco y ganan tiempo para diseñar nuevas estrategias que les permitan salir airosos de una situación que parecía ser el principio del fin de su gobierno.

Volver a comprarle productos económicos a Colombia, le ahorraría al gobierno de Venezuela unos cuantos miles de millones de dólares en el corto y mediano, y además le ayudaría a balancear el presupuesto nacional, el cual se presume estaría muy cerca del color rojo rojito.

Sin duda alguna, el arreglo favorece y tranquiliza a un gran sector de la población colombiana y venezolana que vive en las fronteras y cuyos ingresos dependen en alto grado del nivel de comercio que exista entre Colombia y Venezuela, garantizándole a este sector la sobrevivencia, al menos por ahora.

En mi opinión, uno de los ganadores de esta solución pragmática al conflicto diplomático entre Colombia y Venezuela, pareciera haber sido el empresariado colombiano, quién además del reflorecimiento y fortalecimiento de sus negocios, se le garantizará que cobrará las deudas por cobrar que estaban pendientes con Venezuela, las cuales parecían pérdidas.

El presidente Juan Manuel Santos, obtiene una victoria pírrica, más simbólica que real, dado que a pesar que la solución tiende a mejorar la economía de su país, deja muchas interrogantes políticas e ideológicas respecto al probable debilitamiento del proyecto de seguridad democrática de Colombia, con una real posibilidad de este sea redefinido y reorientado, con posibles enfrentamientos políticos internos cuyas consecuencias y costo estarían por verse en un corto y mediano plazo.

Particularmente creo, que el verdadero ganador de la negociación, ha sido el presidente Hugo Chávez, quién venía pataleando en el agua a punto de ahogarse, cuando repentinamente, el presidente Juan Manuel Santos le lanza un milagroso salvavidas y le rescata de las turbias aguas en las que se encontraba a punto de sucumbir.

Con esta solución, Hugo Chávez, neutraliza y congela en el refrigerador las acciones judiciales del presidente Álvaro Uribe, las cuales estaban en pleno proceso, y que parecían tomar forma, al punto de que muchos analistas daban como un hecho la condena internacional del presidente Hugo Chávez. Por cierto, de haberse concretado tal condena, habría hecho mucho daño a su imagen personal y a su propio gobierno, sin tomar en cuenta la gran vergüenza que habría sido este hecho para los venezolanos, aún cuando la mayoría de nosotros, estamos conscientes de la culpabilidad del presidente, en la mayoría los hechos de los que se le acusa.

También se beneficia el presidente Hugo Chávez, por el hecho de desmentir a todos los críticos que le consideran un militar de mentalidad totalitaria incapaz de ceder en una negociación, para beneficio de las mayorías, y de repente demuestra todo lo contrario, y hasta se atreve a bromear y mofarse de la comunidad internacional, señalando que: desde 1999, ha estado señalando que en las actuales condiciones, no creía que las guerrillas colombianas pudieran tener ninguna posibilidad de éxito.

Observar al presidente Juan Manuel Santos, con la vista baja, la voz trémula y razonamientos poco convincentes, explicar a los inteligentes periodistas, las razones por las que se voltea la página del libro, sobre la cual se sustentaba el centro de las argumentaciones y defensa de la negociación del conflicto, de parte del gobierno de Colombia, me causo angustias y algo de pena ajena

Del otro lado, observar al presidente Hugo Chávez quejándose de que le repetían mucho las mismas preguntas, razón por la que pensaba y expresaba que nadie le creía, fue un momento en la que sentí mucha lástima por él.

Sin embargo, el momento culminante se produce con la pregunta de un joven periodista, que le reclama el hecho de haber pedido públicamente un minuto de silencio por la muerte del terrorista alias Raúl Reyes, en un aló Presidente, lo cual fue desmentido coléricamente por el presidente Hugo Chávez, quién hacia un esfuerzo descomunal para no explotar ante el persistente periodista.

Quizás esté siendo injusto con el presidente Santos en este primer y rápido análisis, y pienso que es posible que la presión que tenia sobre sus hombros, para satisfacer los requerimientos del empresariado colombiano, le obligaron a precipitarse a buscar soluciones inmediatas y a voltearle la página a un capitulo que se pensó que era crucial para su gobierno, como lo es el caso de la seguridad democrática de Colombia y la guerra contra el narco terrorismo.

Sin embargo, no dejo de pensar, que el presidente Santos ha podido esperar un poco más, hasta estar en mejores condiciones de negociar, hasta llegar a una solución más global e integral, sin sacrificios ni daños colaterales que lamentar. Si fue un error político, el mismo Hugo Chávez se lo recordara más temprano que tarde, y ojala el costo político a pagar no le resulte tan alto. Fin.

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