miércoles, diciembre 30, 2015

Razones de un jubilado para rechazar el CCT.

He dado una ojeada al extenso y complejo contrato CCT, y pienso que aún para los trabajadores activos, ese borrador de contrato no llena las expectativas de un patrono que: es tramposo por naturaleza, que ha permitido que PDVSA esté en bancarrota, que prefiere vender ganado y hortalizas a buscar y producir petróleo, cuya junta directiva es mediocre y está de paso, que acostumbra a improvisar en lugar de planificar, que solo desea seguir en el poder, que no ofrece un programa nuevo y agresivo de mejorar la producción para contribuir a sacar a Venezuela del hoyo en que se encuentra, que no cree en los sindicatos pluralistas, que diseño esa propuesta en base a una ideología socialista, que dicho sea de paso no cree en el sindicalismo autónomo, al menos que éste se someta a sus directrices ideológicas.

Firmar un contrato petrolero de esa extensión y contenido, sin saber ni siquiera si PDVSA sobrevivirá como tal, luego de los cambios y ajustes que está solicitando mayoritariamente el pueblo venezolano, es como una falta de cortesía para el trabajador y  para los futuros directivos de PDVSA y que más temprano que tarde estarían por llegar.

Con la situación de Venezuela tan volátil e incierta, es preferible esperar los acontecimientos por venir, antes de firmar un compromiso contractual pactado en medio de una crisis económica y política, que nos pudiera atar para mal a ese contrato rojo rojito.

Por otra parte, ese contrato está diseñado bajo la premisa de que existen grandes dificultades económicas en Venezuela, en la cual PDVSA tiene alta responsabilidad; tales como: inflación descomunal, devaluación acelerada y profunda, existencia de un control de cambio con cuatro o cinco valores del dólar, aparato productivo de la nación inmensamente disminuido, niveles alarmantes de importación, deuda pública interna e internacional de proporciones gigantescas, demandas externas contra PDVSA, etc.

Tales anomalías económicas, sumadas a las necesidades sociales y problemas políticos por dilucidar; dificultan enormemente reflexionar con sensatez y equilibrio para generar un contrato colectivo justo, equitativo, humano y sobre todo viable de ser cumplido.

Todos sabemos, que previo al acuerdo y la firma de un contrato colectivo, ha sido costumbre en Venezuela que se sienten a la mesa de negociación; el gobierno, la empresa o patrono y los trabajadores, éstos últimos representados por el sindicato correspondiente. Es notorio y evidente, que en este caso, gobierno y empresa son la misma cosa. Por otra parte; el representante sindical que dice representar a los trabajadores petroleros, es una ficha política del gobierno, a quién debe sumisión.

Cuando la empresa – en este caso el gobierno -  y el sindicalismo bailan juntos, ¿qué se puede esperar de un contrato preparado por ambos? Para los amigos ingenuos o desinformados, es bueno aclárarles, que el socialismo totalitario es un enemigo declarado del sindicalismo. En el caso de Venezuela no ha desaparecido porqué, al gobierno le conviene utilizarlo para sus conveniencias, hasta tanto se apodere de la industria privada.

No es casualidad ni ninguna falacia, que el sindicalismo chavista está siendo utilizado por el régimen para destruir al sector privado de la economía. Destruyeron a la empresa de la construcción y otras; y han querido destruir a las de alimentación, entre otras, a Empresas Polar, lo cual han logrado parcialmente.

En socialismo, el sindicalismo no existe como tal. Pareciera paradójico afirmar que el sindicalismo solo funciona en sistemas económicos de libre mercado o capitalistas, mientras que en los sistemas socialistas es inexistente. Si alguien tiene dudas respecto a esta afirmación, pregúntense porque razón no existe en Cuba, ni existió en la URSS.

Además, en ese contrato, por el solo hecho de ser PDVSA la empresa más importante del país y vital para la economía de la nación,  donde el número de empleados ha sido inflado a niveles exorbitantes sin justificarse a plenitud;  implica, que ese contrato colectivo, por ser tan especial, debe ser sometido a la consideración del componente político nacional, incluyendo a las minorías políticas fuera del gobierno, lo cual no ha sucedido ni sucedería.

Mal que bien, entiendo que los jubilados petroleros tenemos firmado un contrato colectivo que tiene cláusulas sencillas, prácticas y específicas, el cual lamentablemente la Junta Directiva de PDVSA no respeta ni cumple con las obligaciones contractuales contenidas en el mismo. Nosotros no hemos pedido la firma un nuevo contrato. Solo pedimos que se cumpla el actual por el que nos regimos.

De haberse cumplido correctamente las responsabilidades para con los jubilados de AJIP, por parte de los representantes de PDSA que administran nuestro fondo de pensiones, nuestra solvencia económica estaría cubierta. Hasta pudiéramos tener fondos anuales para viajar. Como sabemos, PDVSA no cumple. Por el contrario ha permitido extracciones perversas de nuestro fondo, sin nuestro consentimiento.

Los jubilados de AJIP, no pedimos limosnas a PDVSA; pedimos que nos cumplan. Ni siquiera les pedimos que negociemos un nuevo contrato. Con el que tenemos es suficiente para salvaguardar nuestra calidad de vida, hoy día desmejorado profundamente por culpa de PDVSA, y por ende, del gobierno.

Entiendo que hay muchos compañeros jubilados de AJIP cuya situación económica actual muy desmejorada les hace ver espejismos, y piensan que con ese nuevo contrato se sacarían la lotería. Yo no lo veo así. Mientras más adornos, bisutería y complementos ofrezcan en el nuevo contrato, jamás nuestros ingresos mejoraran con respecto al contrato actual; de cumplir PDVSA con sus responsabilidades anuales para con nosotros.

Los jubilados de AJIP, deberíamos rechazar ese intento perverso de querernos agrupar en el contrato de los trabajadores activos de PDVSA, CCT. Es más, me atrevo a sugerir que el mismo sea congelado por un tiempo prudencial, hasta tanto los problemas álgidos del país sean encaminados adecuadamente para darles soluciones  racionales.

No me extrañaría, que PDVSA esté aprovechando esta oportunidad de vencimiento del contrato de los trabajadores petroleros para hacer proselitismo político a través de ese contrato, e intentar ganar la popularidad perdida dentro de sus mismos empleados por su mala y pésima gestión en la conducción de la empresa más importante de Venezuela durante 16 años.

Hoy Venezuela está en emergencia colectiva - digamos que en una etapa de transición - donde las prioridades son el de recomponer la economía del país. Según entiendo, primero habrá que resolver el problema de que los poderes del estado funcionen correctamente, lo cual habrá que hacerlo con un nuevo gobierno democrático. Luego habrá que sanear a PDVSA, recomponerla y adecuarla para que mejore su rendimiento, productividad y funcionamiento a niveles razonables. Finalmente habrá que recomponer al país entero creando industrias, diversificando la economía, reduciendo el tamaño descomunal de la burocracia estatal, para lo cual habrá que privatizar a gran parte de las industrias administradas pesimamente por el actual gobierno.

Esto significaría que gran parte de los empleados públicos, serían absorbidos por las empresas privadas nacionalizadas y las nuevas empresas a instalar en el futuro. Esto tomará algún tiempo lograrlo, razones para aceptar que la situación de los jubilados y trabajadores de Venezuela es crítica e inestable; y que tendremos que hacer más sacrificios de los que hemos sufrido, para soñar con un mejor país y un trato humano y justo de parte de las empresas empleadoras.

Firmar un contrato colectivo tan complejo como el que se propone, preñado de ofertas y mejoras salariales donde se habla de tarjetas de ayuda alimentaria  TEA con montos superiores a sueldos y salarios, aunados otros complementos compensatorios, para paliar las muchas necesidades del trabajador petrolero venezolano; es una utopía  que nos puede perjudicar mañana, en lugar de favorecernos. Un contrato de trabajadores no tiene que ser tan complejo, largo y tedioso como el que se nos está presentando; de muchísimas  páginas y cientos de artículos.

Los jubilados petroleros tenemos 16 años viviendo de reclamo en reclamo para que PDVSA cumpla a cabalidad con nuestro contrato colectivo de jubilados de AJIP. Hemos logrado sobrevivir en condiciones económicas adversas muy limitadas. En mi opinión nuestro contrato con PDVSA no tiene nada que ver con el contrato de los trabajadores activos. Nuestro contrato con PDVSA, en caso de que se requiera actualizarlo y modernizarlo,  debería hacerse por separado.

Ante la gran incertidumbre política, social y económica existente en el país, quizás a los trabajadores activos les convenga firmar el contrato propuesto por razones lógicas de lograr mejoras económicas puntuales actualmente suspendidas por vencimiento de su contrato con PDVSA. Es mi opinión, que los jubilados petroleros podemos esperar un tiempo más, hasta que todo se clarifique y normalice en Venezuela. 

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