La
sociedad civil democrática de Venezuela ha estado esperando desde hace algo más
de una década, que la OEA aplique la carta democrática al régimen de gobierno
de Venezuela, por su conducta antidemocrática y violación reiterada y
permanente de los derechos humanos de las minorías políticas del país.
Desde
entonces, hemos tenido en Venezuela, unas 18 elecciones presidenciales,
legislativas, regionales y referéndums, arbitradas por un Consejo Nacional
Electoral, totalmente parcializado políticamente por el régimen de gobierno
chavista que administra a la nación desde hace 16 años. Durante este tiempo,
cuatro de cinco de sus directores miembros, son fichas políticas evidentes del
gobierno, quienes permiten toda clase de abusos de poder, ventajas electorales y
arbitrariedades de parte de los partidos políticos del gobierno, en perjuicio
de los partidos políticos opositores agrupados alrededor de la Mesa de la
Unidad Democrática, MUD.
Luego
de ganar unas elecciones “democráticas” en 1998, con el voto mayoritario y espontaneo
de los venezolanos, el chavismo en Venezuela, dio un giro ideológico de 180º, y
se declaró marxista leninista y posteriormente impuso el lema de “Patria
socialismo o muerte” en toda la administración pública, alcanzando incluso al
ejército. Han sido eventos y conductas que la OEA ha debido sancionar
oportunamente y no lo hizo. Esta traición al pueblo venezolano por parte del
gobierno de Venezuela, la misma razón por la que Cuba fue suspendida de la OEA
en los años sesenta; pasó desapercibida e ignorada por la OEA, quién se negó reiteradamente
a enviar la carta democrática al gobierno de Venezuela, mientras su secretario
ejecutivo fue el señor Miguel Insulsa, un evidente marxista leninista encubierto
de demócrata.
Dado
el gran poder económico, que Venezuela logró con la subida abrupta e inesperada
de los precios del petróleo, le permitió al régimen chavista promocionar y
vender su proyecto revolucionario a algunos otros países de América a inicios
de este siglo XXI, entre los cuales Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador y
Nicaragua, han sido sus más cercanos aliados y favorecidos económicamente,
quienes junto a Cuba, el primer y único país americano declarado hasta entonces
marxista leninista; conformaron una enorme alianza regional, que logró una
fuerza política inédita de la izquierda socialista revolucionaria en el seno de
la OEA y del continente.
Este
surgimiento del socialismo marxista leninista en Latinoamérica contagió a una
gran parte de la región, razón por las cuales aparecieron muevas organizaciones
(Unasur, Comunidad Andina de Naciones-CAN, Celac y PetroCaribe), desaparecieron otras inconvenientes para el socialismo (Pacto de
Libre Comercio-PLC, Pacto Andino), y se ampliaron otras (Mercosur), en la cual
fue incorporada Venezuela, ante la férrea resistencia de Paraguay.
Ante
el escenario político que se conformó en Latinoamérica, daba la impresión que
la democracia colapsaba, y resurgía el totalitarismo cívico militar, esta vez con
un nuevo uniforme, el del socialismo o comunísimo. Evidentemente Latinoamérica
socialista, intentaba hacerle una cayapa (varios contra uno) a los EE.UU., para
aislarlo, debilitarlo y destruirlo política y económicamente. Venezuela, su gente
y sus instituciones y quedaron indefensa
interna e internacionalmente, a la merced de un grupo de pillos que la
desvalijaron y corrompieron.
El
siempre milagroso e impredecible país de los EE.UU. tenía una sorpresa, la cual
sacó como una carta debajo de la manga, que muy pocas personas estaban
preparadas para esperarlo y digerirlo. Muy pocos sabían del desarrollo que
avanzaba sigilosamente en los EE.UU., que consistía en la extracción y producción
de petróleo mediante la fracturación hidráulica de yacimientos petrolíferos
entrampados en lutitas1.
La
baja abrupta de los precios del petróleo, y el aumento inusitado de su
potencial de producción de petróleo y reservas petroleras, aunado a sus
inmensos almacenajes de combustible bajo tierra, EE.UU. el país que todos
creían que agonizaba por falta de combustibles, resurgía como el Fénix ante el
mundo y anunciaba que tenía petróleo y gas natural para ofrecerle a Europa y al
mundo, a bajos precios. Las reiteradas amenazas de Hugo Chávez de cortarle el
suministro de petróleo, quedaron para la historia como bufonadas demenciales.
Este
cambio tan sustancial del negocio petrolero mundial, ha repercutido tan
hondamente en la economía de los países, que ha empezado a impactar en la
política, en lo social y hasta en las ideologías políticas de los pueblos. El
dinero que utilizaba Venezuela para extorsionar ya no lo tiene el régimen, en
las cantidades abundantes que les permitía comprar conciencias de cualquier
dirigente político influyente, o a cualquier nación en crisis económica. El
cambio de Chávez por Maduro, le ha dado un toque dramático a nuestra situación,
puesto que a Hugo Chávez, al menos se le entendía lo que decía, a Maduro no lo
entiende nadie.
A La Carta de la OEA al CNE de
Venezuela, que
acaba de dirigir su secretario general Luís Almagro a Tibisay Lucena, le damos
la bienvenida, y esperamos que surta algún tipo de efecto en la sociedad civil y militar de toda
Venezuela, en especial dentro del chavismo. Solo aspiramos a que las elecciones
parlamentarias se realicen en paz, sin violencia y con la transparencia
esperada. Esa larga carta, debe tener el apoyo de los gobiernos que conforman
hoy día la OEA. Almagro, debe haberla consultado con muchos gobiernos antes de
enviarla, razón para pensar que de no
respetarse las reglas de juego en las elecciones y la emisión correcta y a
tiempo de los resultados, podría haber consecuencias nacionales y/o
internacionales, para el régimen.
Si
analizamos el panorama político actual, el socialismo en Latinoamérica está en
decadencia, y siendo neutralizado por muchas acciones, que le van dando otra
cara a la región respecto al tema. La democracia en centro américa luce
reforzada, gracias a las iniciativas de sus propios pueblos. Ya soplan vientos
de democracia plena en Argentina, y al menos que suceda algo imprevisto, el
ganador sería Mauricio Macri, junto a su equipo político demócrata que le
apoya, a carta cabal.
Cuba
está siendo “apaciguada” por los EE.UU., y supuestamente tendrá que cambiar de
criterio sobre seguir promocionando el marxismo leninismo en Latinoamérica. Se
espera que con la firma del convenio con los EE.UU. y el levantamiento del
embargo económico, le tranquilicen y le permitan olvidarse progresivamente de
su existencial amor por el socialismo comunista que ha causado tanto retroceso
en la región.
El
gobierno socialista de Brasil, está duramente cuestionado por la población de
Brasil. Dilma Rousseff, se encuentra arrinconada por hechos graves de
corrupción aunados a sus malas políticas económicas. El expresidente Ignacio Lula
Da Silva está siendo acusado de corrupto y podría terminar en la cárcel. Difícilmente
el partido de los trabajadores vuelva a ganar la presidencia del país. Al
presidente Correa del Ecuador se le está siendo difícil lograr la nominación
presidencial para un próximo período de gobierno.
La
carta enviada por Almagro, quizás produzca inquietudes y meas culpas en muchos
dirigentes socialistas. Algunos pensábamos que Luis Almagro estaba
ideológicamente identificado con la corriente del socialismo, al igual que
Miguel Insulza, lo cual queda claro. Esta ayuda de la OEA, por tan preciada
carta enviada por su secretario general, ayudaría y sería determinante a
reestablecer la democracia en Venezuela. Queda de parte del pueblo venezolano, hacer
valer el valor de su voto, el cual hoy cobra mayor importancia que antes.
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