A raíz de un comentario negativo
de uno de mis lectores, censurando el “cierre” de mi artículo” del lunes 18/11/2013 titulado: “Modalidad
delictiva electorera” publicado en
Internet, le contesté que tenía razón. Le expliqué además que tal cierre lo
había cambiado a última hora por otro
más moderado, porque pensé que el mismo era bastante fuerte, para la situación
tan delicada que vivimos en estos momentos en Venezuela, donde cualquier cosa
podría pasar.
Reflexionando posteriormente
sobre el comentario del lector, llegué a la conclusión, de que en la medida en
que el régimen de gobierno actual, actúa y declara sobre sus planes macabros de
avasallar al venezolano que le adversa políticamente, mi miedo personal aumenta
y tiendo a ser más cuidadoso en lo que escribo y publico. Es decir, hoy tengo
más miedo que ayer.
En la medida en que muchas de las
cosas que escribo se van materializando como por arte de magia y se van dando
una a una tal y como las he descrito en anteriores artículos, muy a mi pesar,
como ciudadano demócrata que ama la libertad, que clama por justicia y pide respeto
a los derechos de todos los ciudadanos, en esa medida me aterro y me preocupo mucho
más.
Conocemos sobre el odio a los
judíos y los medio judíos, que el fascismo de Hitler impuso en Alemania, razón
por la que se exterminó irracionalmente a millones de judíos (niños, niñas,
mujeres y hombres) que murieron sin saber porqué los mataban en cámaras de gas.
También conocemos sobre el genocidio cometido por la etnia de los Hutus
en Ruanda, contra la etnia de los Tutsis, donde masacraron cobardemente a más
de un millón de seres humanos inocentes, por solo ser más avanzados y
progresistas que sus ejecutores. En
realidad los Tutsis masacrados jamás tuvieron la oportunidad de sobrevivir, ya
que la ONU se negó reiteradamente a intervenir a pesar de la larga y obvia publicidad
de odio que los Hutus mantuvieron a través de la radio calificando a los Tutsis
de ratas y cucarachas entre otros epítetos algo parecidos a los que esgrimen
los líderes del régimen venezolano contra la disidencia venezolana.
Otro ejemplo de atrocidades que
algunos grupos irracionales violentos, cometen contra otros, serían los
genocidios ocurridos en la desaparecida Yugoslavia por odios raciales,
culturales, religiosos y/o sociales que ocasionaron la desintegración de una
nación para dar nacimiento a pedacitos de naciones (Bosnia, Croacia, Eslovenia,
Herzegovina, Macedonia, Montenegro y Serbia)
donde la ONU intervino muy tardíamente para frenar tales horribles genocidios,
Aún cuando la situación en
Venezuela no es étnica, ni cultural, ni religiosa es tan peligrosa como las
descritas anteriormente como ejemplos; ya que ésta tiene que ver con el resentimiento
social exacerbado por un grupo de facciosos militares y políticos
inescrupulosos del régimen, en la población más necesitada y desigual del país,
utilizándola como excusa y bandera, para intentar imponer un sistema económico
socialista y un sistema político comunista en Venezuela, vieja aspiración y
sueño de Fidel Castro y su revolución cubana fracasada.
Por todo lo explicado, reconozco
que tengo miedo y pienso que es natural que así sea. Insólito sería no sentirlo
mientras en nuestro país suceden las cosas tan degradantes que observamos.
Sin embargo es oportuno y justo
destacar, que ese miedo cada vez mayor que siento cada día que observo por la
Televisión las declaraciones amenazadoras y desquiciadas de Nicolás Maduro y de
Diosdado Cabello (voceros principales del régimen) plenas de odio y de rencor
contra los ciudadanos o grupos de venezolanos que les adversan políticamente; en
lugar de amilanarme y auto calificarlo como un acto de cobardía, es lo que me da
mayores energías para continuar oponiéndome a este nefasto régimen, escribiendo
y desnudando las verdades y crímenes políticos que cada día se comenten más
frecuentemente Venezuela, con la anuencia de éstos tiranos.
Ese miedo que en una gran mayoría
sentimos todos, por la caótica y atípica situación general que vivimos, que ha
generado todo tipo de expectativas que nos podamos imaginar, que además
alimenta la imaginación de muchos periodistas, escritores y analista políticos sobre
los probables escenarios que pudiéramos enfrentar, es precisamente el detonante
que ha despertado a muchas mentes abstraídas y en un tiempo escépticas sobre lo
que venía pasando en Venezuela, que ahora gracias al miedo, han terminado por
aceptar la cruda realidad existente en el país.
Si el régimen sigue utilizando el
recurso de causar miedo en la población, para pretender lograr que bajemos la guardia, nos atemoricemos y
huyamos precipitadamente a refugiarnos en el exterior dejándoles libre el
camino para que impongan fácilmente y sin resistencia su proyecto socialista/comunista
en Venezuela, podría salírseles el tiro por la culata. Ese miedo se podría
revertir en coraje, intrepidez, unidad y sinergia para defender a cualquier
costo a nuestras familias y a nuestra secuestrada patria. A pesar de que se han
ido muchos, acá quedamos suficientes.
Sentir miedo hoy día en Venezuela
es humano y natural. Quiere decir que nuestros sentimientos son normales e
intensos. También quiere decir que no somos suicidas, ni zombis. Por tal motivo
hemos soportado lo insoportable, dando oportunidades a la democracia a que se
auto depure. Aún con todas las desigualdades políticas existentes, se ha insistido en una salida pacífica y democrática
por la vía electoral que nos permita reconstruir al país en unión, paz y gobernabilidad.
He estado de acuerdo y aún lo
sigo estando, con la estrategia de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a la
cual tanto el gobierno como algunos sectores opositores impacientes tratan de desacreditar y satirizar. Para ello
se ha estado intentando lograr una mayoría política abrumadora que permita la
toma del poder por la vía electoral y pacífica a su debido tiempo.
En la medida en que el régimen
sigue actuando y desacreditándose como gobierno por sus malas políticas económicas
y sus decisiones erróneas, muchas de éstas ilícitas, anti constitucionales y
anti populares, el pueblo que antes les apoyaba se aleja presuroso cada día más
de su proyecto comunista fracasado e inviable.
El régimen marxista leninista de
Venezuela acusa a la oposición de traidores, de enemigos de la patria, de
enemigos de la revolución, de pro imperialistas, de ser una élite, de pro
capitalistas, de privatizadores, de saboteadores, de especuladores, de propiciar
guerras económicas, de des estabilizadores, de enemigos del pueblo, de oligarcas,
de planificar magnicidios, etc.
¿Qué cree el amigo lector que se
persigue con esos engañosos calificativos? Simplemente, predisponer al pueblo
más necesitado contra la disidencia, que como todos sabemos, somos parte del
pueblo, de la clase obrera, media y trabajadora, de la clase emprendedora, de
la clase que estudia, de la clase de los
técnicos y universitarios, del sector comerciante e industrial. Es decir, somos
el sostén principal de un país al cual desean empobrecer y/o desaparecer para
que el comunismo se pueda justificar e instaurar; lo cual no han conseguido ni
conseguirán jamás.
Cierto, en la disidencia tenemos
miedo, pero no entregados ni desesperanzados ni sin opciones. El régimen nos ha
amenazado con instalar baterías antiaéreas y tanques en barrios y cerros. Tiene
las armas de la nación bajo su control. Cuenta con milicias y obreros armados, con
apoyo absoluto de las FARC y la asesoría
permanente de la dictadura de Cuba con más de 100.000 militares, profesionales
y asesores cubanos en Venezuela. Realmente tiene todo el poder institucional y
de fuego bajo su control.
No obstante, todo ese despliegue
impresionante de apoyo cívico militar armado que posee el régimen venezolano y
el político internacional y latinoamericano de mequetrefes del izquierdismo radical que les alcahuetea y
apoya; les falta algo primordial, importante y determinante como lo son la verdad,
la sensatez, la razón y los buenos resultados. Y más importante aún, tienen las
experiencias desastrosas con el socialismo y el comunismo alrededor del mundo,
evidenciados en el viraje económico de la repúblicas de China y de Rusia,
plegados hoy al “capitalismo salvaje” que el régimen venezolano tanto odia y adversa.