Siendo PDVSA una empresa estatal definida
como socialista, popular, roja rojita, cuyo dueño, es la República de Venezuela
y su administrador es el gobierno actual en el poder; este último declarado
furibundo enemigo del capitalismo, o sistema económico de libre mercado; sigo
sin entender el porqué PDVSA se gasta una enorme cifra anual en publicidad,
cuya contabilidad se hace difícil de realizar. ¿Para qué? ¿Con qué fines se
hace? ¿Qué se persigue? ¿A quién va dirigida?
¿Qué beneficios ofrece a la empresa tal publicidad?
Un ilustrativo ejemplo de esta
anomalía es el patrocinio de PDVSA a Pastor Maldonado, con un pago anual de 29
millones de libras esterlinas a “Williams”, por el padrinaje de esta empresa
automovilista al referido piloto, quién por cierto lleva 2 años continuos de desastrosa
participación en fórmula I. Esto excluye los viáticos y gastos generales por un
monto de 20 millones de dólares anuales que PDVSA le financia al piloto.
Así como el caso anterior, se
pueden mostrar cientos de ejemplos de publicidad de PDVSA a favor de deportistas,
cineastas, músicos, artistas, políticos, medios de comunicación, entre muchos
otros afortunados vividores a quienes PDVSA patrocina para vender su imagen de
empresa socialista a la que le importa un bledo el propio pueblo venezolano.
Sin embargo, la publicidad explicita sobre sus experticias, logros, avances, rendimientos
económicos y fortalezas administrativas u operacionales, brillan por su ausencia
por falta de méritos.
No tiene sentido publicitar tanto,
para informar sobre las bondades y fortalezas que según la publicidad son
atribuibles a la PDVSA actual. Los venezolanos tenemos un claro criterio sobre
lo que significa PDVSA. Esta empresa tiene el monopolio de la venta de aceites,
gasolinas, y otros productos del petróleo que se comercializan en el mercado
interno, por lo tanto, PDVSA no tiene con quién competir nacionalmente, si ese
fuese el caso. Si la intensión es la de atraer la atención de la ciudadanía
para que se interese más en PDVSA, y solicite empleo dentro de su organización, tampoco
tendría sentido, puesto que no existe una cantidad importante de vacantes que justifique este altísimo costo.
Además, PDVSA es excluyente y solo emplea a rojos rojitos.
A nivel internacional, la
inversión es más costosa y estéril, ya que los mercados están bastante
estudiados, planificados y controlados como para pensar que con publicidad los
clientes puedan cambiar de suplidores de petróleo y/o de sus productos derivados,
por efectos publicitarios.
Llamar la atención sobre PDVSA a
objeto atraer capitales para futuros desarrollos petroleros, la publicidad es aún
más estéril, puesto que la red de información que tienen los inversionistas a
nivel mundial, para mover sus capitales a las regiones del mundo, les permite
conocer con bastante precisión, el estado financiero, administrativo y
operacional en que se encuentra PDVSA.
Quizás, la única publicidad que
pudiera justificar PDVSA a nivel internacional, sería la de promocionar a la
CItgo en los EE.UU., puesto que es la dueña de esta empresa, la cual compite
con otras empresas internacionales en ese país para la venta y distribución de
sus productos derivados del petróleo. No obstante, en tal caso la publicidad
sería orientada hacia Citgo, no hacia PDVSA.
Una empresa como PDVSA debe
dedicar sus inversiones y gastos en: mejorar su organización, invertir en
proyectos de inversión económicamente rentables, lograr la excelencia en la
selección y formación de su personal, dotarse
de las mejores tecnologías de punta en investigación y desarrollo de
operaciones, en cultivar y optimizar sus fortalezas; y por más importante aún, debe
ser muy eficaz en la calidad de sus decisiones. La mejor publicidad que una
empresa pueda desarrollar, es la de lograr la excelencia en su administración y
gestión para óptimos resultados.
En estos 14 años en que PDVSA ha
sido administrada por el gobierno socialista del siglo XXI, los resultados han
sido más que catastróficos. En primer lugar, PDVSA ha sido erróneamente utilizada
como emblema político de la revolución bolivariana, se ha prestado para
financiar la compra de conciencias a nivel mundial, para apalancar un apoyo
político que permitiese transformar a Venezuela en una nación socialista, aun
en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes.
Utilizando a PDVSA, como caja
chica del mismo, se ha intentado vender al venezolano y al resto del mundo, un
proyecto político socialista como bueno y conveniente para Venezuela, cuando
éste ha fracasado estruendosamente en otras latitudes del mundo. Ese proyecto
político denominado “socialismo del siglo XXI”, ha resultado en un enorme fiasco
político, económico y social, para Venezuela.
La imagen de PDVSA ante el mundo
es hoy día de desolación, de fracaso, de endeudamiento atroz sin resultados petroleros
a la vista, de improvisación, de retroceso en su capacidad de gestión, de
mediocridad generalizada, de falta de
credibilidad, de morosidad inusitada en sus pagos, de desconcierto en la toma
de decisiones, de dispersión de sus esfuerzos, de ausencia total de cultura y valores
que en el pasado fueron orgullo de la empresa. Pareciera que PDVSA ha perdido
el norte de lo que una vez fue la razón de su existencia.
Si lo que desea con esos gastos
multimillonarios de PDVSA en publicidad es “levantar” la imagen de la empresa,
el esfuerzo será estéril. No se puede levantar el nivel de competencia de una
empresa con mera publicidad. Sobre todo, si su deterioro es de todos conocido.
Es indignante ver por televisión nacional
y extranjera, esas impresionantes y costosas cuñas pagadas por PDVSA en dólares
sobre diferentes actividades y motivos de la vida nacional, mientras por otro
lado, vemos al engorroso proceso de entrega de divisas destinadas para la
compra de alimentos y artículos de primera necesidad que el país necesita y
dejo de producir, razón por la que hoy
día los tenemos que importar en su casi totalidad. Me pregunto: ¿A quién
beneficia en realidad, esa costosa y estéril publicidad de PDVSA?.
Para finalizar, una frase famosa
alusiva al tema “publicidad“: “Si los anunciantes se gastaran la misma
cantidad de dinero en mejorar sus productos de lo que se gastan en anunciarlos,
ni siquiera necesitarían anunciarlos”. Will Rogers.
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