Aún las personas más
conformistas, deberían estar de acuerdo con esta afirmación. Está en la
naturaleza del ser humano. En esencia somos: exigentes, inconformes, románticos,
sensibles, ambiciosos, insatisfechos, soñadores, ansiosos, impacientes,
esperanzados, y hasta pudiera afirmarse, que en nuestra gran mayoría,
necesitamos algo más que vivir para ser felices y considerarnos realizados.
Unos más o menos que otros.
En la medida en que el ser humano
ha evolucionado, los grandes descubrimientos se han realizado, éste se ha hecho más educado y civilizado, convirtiéndose
en un ser humano más exigente ante los gobiernos y entornos entre los cuales se
desenvuelve y vive. Le han abierto los ojos y tiene muchos más derechos que en
la antigüedad. Los que antes eran esclavos ganaron sus libertades gracias a que
siempre hubo y ha habido inconformidad y esperanzas.
Historias recientes como el
apartheid surafricano nos han demostrado y reconfirmado que la vida, con todo
lo preciosa e importante que es para todos, es insuficiente, si se vive: en
esclavitud, con injusticia, con hambre, con frio o calor, sin oportunidades,
sin esperanzas, sin fe, sin paz, sin respeto la persona y a sus derechos,
enfermo, con abusos de poder por sus gobernantes; necesidades éstas, las cuales
son las hacen que su vida tenga sentido y la disfrute a plenitud como realmente
él, como ser humano se lo merece.
Existe tanta diversidad de
mentalidades y personalidades, que en muchos casos, lo que es bueno para
algunos es malo para otros y viceversa. Esos vacios o necesidades humanas
diferentes que manifestamos las grandes mayorías en el planeta tierra, para
considerarnos satisfechos, pueden variar entre continentes, tipos de gobierno,
religiones, ideologías políticas, intereses económicos y costumbre culturales.
En el caso de los
venezolanos, hemos aprendido a valorar
la libertad y la justicia, porqué fuimos oprimidos y maltratados por mucho
tiempo, como la mayoría de las poblaciones indígenas del mundo que fueron
descubiertas por otros pueblos más civilizados, que se aprovecharon de sus
ventajas para colonizarnos y maltratarnos. Para ellos como colonizadores, sus
actuaciones quizás eran justificadas y normales, para nuestros ancestros era
una violación a sus derechos de vivir libres, en paz y felices en sus propias
tierras.
Por todo ese pasado de dolor y
sufrimiento que tuvimos, del cual nos liberaron los libertadores de América, entre
ellos nuestro Libertador Simón Bolívar, es sorprendente que estemos viviendo
épocas de represión dignas de los más terribles conquistadores de la época de
las colonias, con la diferencia de que estos opresores son personas originarias
del mismo país que nosotros; pero muy diferentes en valores, sentimientos,
intereses y forma de valorar las libertades, los derechos y la justicia
conquistadas en el pasado, con enorme derramamiento de sangre.
Por esta ingrata realidad, más de
la mitad de la población de Venezuela vive y aprecia la vida. Pero para éstos, es insuficiente vivirla
plenamente con: satisfacción, justicia, libertades, respeto, dignidad y con
plena felicidad; negadas en diferentes formas, muy similares a las que usaron
los tiranos anteriores; con la fuerza de las armas, con irrespeto, sin
consideración, con abusos de poder, con desconocimiento de que existimos, de que
somos enemigos según ellos.
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