Cuando una nación está en
peligro, tal fue el caso de la Gran Bretaña, en la II guerra mundial, lo
primero que hizo el gobierno, fue llamar al “enérgico y visionario” Winston
Churchill, en reemplazo como Primer Ministro “del apaciguador” Arthur Neville
Chamberlain, para que dirigiera al Imperio Inglés durante la declarada guerra a
la Alemania Nazi de Adolf Hitler. El tiempo y los resultados dieron ampliamente
la razón al liderazgo que tomó tal decisión.
Poco tiempo después EE.UU. se
incorpora a la guerra junto a los aliados europeos, entre los cuales estaba
Rusia, con quién EE.UU. ya tenía diferencias políticas e ideológicas, pero dado
que se trataba de salvar a Europa, la unidad era necesaria ante el gran poderío
militar que exhibía la ambiciosa Alemania de entonces, conducida por un
megalómano. Sin la ayuda yanqui, hubiera sido imposible ganar la II guerra
mundial a los países invasores.
Los ejemplos anteriores,
pretenden alertar al gobierno de Venezuela, país este que se encuentra al borde
del abismo, salvando las diferencias en tipos de peligro, dada la gran cantidad
de dificultades políticas, sociales y económicas que enfrenta, las cuales
difícilmente podrá el gobierno resolver unilateralmente, con la otra mitad de
Venezuela observando.
Peor aún, esa otra mitad recibiendo a diario, amenazas,
ofensas y vejámenes del gobierno, sin que éste se decida a reconocer y a
respetar a las minorías políticas como en cualquier país democrático y
civilizado. Para colmo, el gobierno se niega a aceptar, que la oposición posee actualmente
un nivel de fuerza electoral que ciertamente pareciera superarle.
Se conjetura que los radicales
del gobierno, y sus asesores internacionales, preferirían seguir adelante
solos, con la pretensión de dar una solución unilateral a esta severa crisis, o
zozobrar solos en el intento, sin dar su brazo a torcer, ni intentar pactar con
la otra mitad, ignorando la gravedad del momento que vivimos todos los
venezolanos, lo cual no dejaría de ser una gran irresponsabilidad de parte de
éstos radicales, de prevalecer esta estrategia.
No obstante, las conocidas y
evidentes divisiones y luchas internas que existen dentro de la militancia
política del gobierno, se espera que la sensatez y la sindéresis predominen y
lleguen a entender, que Venezuela es de todos nosotros, que todos sufriríamos
las consecuencias de no actuar o actuar erróneamente, lo que obliga a
reflexionar responsablemente.
Sin embargo, tarde o temprano la
realidad obligaría al gobierno de Nicolás Maduro a concretar un pacto político
con la oposición y con los sectores empresariales, entre otros, para resolver
con éxito los diferentes problemas nacionales actuales, para así continuar con
la gestión de su gobierno en calma, y con la gobernabilidad necesaria para
llegar en relativa paz al año 2019.
Por otra parte, en el supuesto
negado de que la MUD tenga la razón, y el TSJ llegue a la conclusión final de
que hubo fraude en la elección presidencial del 14 de abril reciente, y se
pronuncie por repetirlas, también sería necesario llegar a un pacto político
entre ambas corrientes, para evitar que las emociones se desborden y se
produzca ingobernabilidad.
El riesgo que se corre es
demasiado grande, de seguir adelante con la situación actual la cual se
complica día a día, sin que se produzca una especie de acercamiento o dialogo,
entre las dos mitades de Venezuela y se logre un pacto, para salvar al país de
un posible CAOS.
Algunos de los temas reales a
resolver con carácter de urgencia son: Criminalidad agravada, economía en franca emergencia, inflación
galopante, indefinición del modelo económico a seguir, ataques perversos e
inexplicables a las universidades y a la educación tradicional, deudas con
trabajadores, corrupción extrema en el
gobierno sin culpables, nombramientos pendientes por la AN en organizaciones
del Estado (CNE, Procuraduría, TSJ), decisión pendiente de parte del TSJ sobre
las elecciones del 14-A, resultados de la investigación que se sigue al audio
de Mario Silva, situación irrita e inhumana de los presos políticos opositores.
Los temas expuestos arriba son de
carácter nacional vinculante, y obviamente afectan a toda la población
venezolana, razón por la que es mandatorio para el gobierno, escuchar la
opinión de las minorías y oír sus alegatos y probables contribuciones para su
solución, tal como sucede en todo gobierno democrático, abierto, tolerante,
justo y sensato.
Aún cuando se conoce el rechazo de
un sector radical del gobierno a los diálogos y pactos, lo cual han demostrado
con sus ácidas e insostenibles críticas al pacto de Punto Fijo que hubo en
periodos pasados entre AD y Copei, al cual aborrecen; este sería un pacto diferente,
entre organizaciones políticas con profundas diferencias ideológicas, que
seguramente será muy espinoso abordar y desarrollar por ambas corrientes
políticas. No obstante, de no llevarse a cabo dicho acercamiento y pacto, se
correría el riesgo de perder la republica, dadas las diferentes amenazas que bullen
o pululan en el entorno actual del País.
Entre las amenazas que se ciernen
sobre Venezuela, se destaca la posibilidad de un golpe de estado cívico militar,
o de una guerra civil, esta última la cual ha invocado pertinazmente Diosdado
Cabello. Ambas amenazas, pudieran producir un baño de sangre impredecible e
incalculable en cuanto a costo en vidas, recursos y duración que tomaría en desarrollarse.
Además, se vislumbra la
posibilidad cierta de una protesta nacional, la cual pudiera gestarse, en el
caso de que el gobierno no resuelva con prontitud los diferentes problemas políticos,
sociales y económicos que confronta Venezuela en la actualidad y afectan
profundamente a la población venezolana.
Por lo que se observa y se conoce,
la oposición democrática pareciera estar abierta al dialogo y dispuesta a
contribuir con soluciones. Por el contrario, al gobierno se le hace más difícil
y comprometedor aceptarlo para llegar a dicho pacto nacional. Las razones son
bien conocidas.
De aceptar el dialogo y llegar a
un posible acuerdo o pacto, el gobierno tendría que aceptar el fracaso del
socialismo como modelo de desarrollo económico y se vería obligado a aplicar el
modelo económico del libre mercado, cuya lucha contra el mismo ha sido una de
sus banderas políticas, la cual comparte con el grupo del Alba, Cuba y
Argentina, razón por la que requerirían consulta y aprobación de todos sus
miembros, para dar ese fundamental paso.
Finalmente, es posible que el
gobierno tenga reservas, de que la otra mitad de Venezuela, le haga fuertes exigencias
democráticas, las cuales posiblemente no aceptarían por razones de: principios,
orgullo, ideología, o miedo, entre otras posibles causas. Entretanto, seguimos
esperando a ver qué pasa. ¡Que Dios proteja y bendiga a Venezuela!
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