Es un clamor irrefutable, que según
la gran mayoría de los venezolanos, la crisis de Venezuela se solucionaría con el
cambio de actual gobierno, por uno más democrático, progresista, honesto, justo,
incluyente y abierto; que aplique un modelo de desarrollo económico de libre
mercado y/o mixto, con políticas públicas claras y coherentes correctamente bien
aplicadas.
El gobierno actual, el cual se
caracteriza por ser excluyente, incapaz, corrupto y obsesionado por el obsoleto
modelo económico socialista, basado en el estatismo y controles extremos, solo
podrá atenuar la grave situación actual con ayuda interna de la otra mitad de
Venezuela, aunada a la que nos puedan proveer otros países genuinamente
democráticos, que quieran y respeten verdaderamente a nuestro País, no que lo manipulen
ni le especulen.
No obstante los exiguos éxitos y variados
fracasos que a lo largo de 14 años ha tenido la denominada revolución
bolivariana, como calificara el difunto presidente Hugo Chávez a su proyecto
político, el liderazgo actual del mismo, exhorta en profundizar en el
socialismo, a sabiendas de que con ello conduce a Venezuela a colapsar
económicamente, afectándola en lo social y limitando su desarrollo y
crecimiento industrial, la cual pareciera ser una decisión irreversible,
marcada por el fanatismo y la falta de conciencia de un liderazgo insensato.
Considerando lo anterior, en este escrito se tratarán solo las opciones democráticas
y pacíficas que desde mi punto de vista personal, han ido surgiendo desde todos
los sectores opositores, ajustadas a derecho, que eviten cualquier otra salida
violenta, de esas que pululan por allí, que seguramente conllevarían a
situaciones sangrientas indeseables, a saber:
1. Que
se convoque a una Asamblea Constituyente, para reformar la CONSTITUCIÓN y
exigir nuevas elecciones presidenciales entre otras exigencias y mejoras a ésta.
2. Que
se espere el tiempo legal de 3 años, para solicitar un revocatorio al mandato
del presidente Nicolás Maduro y forzar a nuevas elecciones presidenciales en
2016.
3. Invitar
al gobierno a un dialogo, con miras a lograr un entendimiento mínimo que
permita llegar a un pacto que contribuya a aliviar la actual crisis política,
social y económica y esperar nuevas elecciones presidenciales en el tiempo
legal de 2019.
4. Que
se aplique la resistencia pacífica mediante el artículo 350, entre otros, de la
constitución, hasta obligar al gobierno-estado a convocar nuevas elecciones.
5. Que
el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) determine que hubo fraude electoral
el 14 de Abril y convoque a nuevas
elecciones presidenciales.
6. Participar
en la elecciones municipales del 8-D, insistir en la impugnación, y una vez que
se tenga mayor información y claridad se plantee una solución final.
De estas opciones seis planteadas,
la que me parece más realista, podría ser la 6ª opción. La 1ª y la 2ª pudieran
tener más relevancia y viabilidad, luego de ejecutarse esta 6ª opción.
La 3ª opción,
la cual implica la realización de un dialogo entre los dos sectores tan
diametralmente opuestos desde el punto de vista ideológico, como lo son el
gobierno y la oposición, pareciera que es imposible de realizar, dado la
animadversión del partido del gobierno (PSUV) al dialogo y pacto con el sector
opositor, al que califican de ultra derechista.
La 4ª opción no pareciera tener mucha acogida en
los sectores opositores dado que implica riesgos y posible violencia, dada la
habilidad del gobierno en capitalizar estas actividades en su favor y hacer de
victimas, para luego replicar con violencia, lo cual en estos momentos
pareciera contraproducente, si se considera que existen otras opciones menos
riesgosas.
La 5ª opción, sería
en mi concepto, la opción ideal y justa para la oposición y el país, de
lograrse los resultados de parte del TSJ que se esperarían. Sin embargo, la
lentitud con la que ha respondido el TSJ, la artimaña de dirigir el reclamo a
la Sala Constitucional, así como su conocida y demostrada lealtad al gobierno, hacen
prever que muy difícilmente se atreverán a darle la razón a la oposición y
mucho menos convocar a nuevas elecciones.
La 6ª opción la
cual ciertamente es la opción oficial de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD),
tiene sentido y lógica, puesto que le permite al sector opositor seguir firme en
su reclamo justo de impugnación de las pasadas elecciones presidenciales del
14-A, hasta agotar todas las instancias nacionales e internacionales, que
permita lograr una respuesta definitiva al reclamo planteado. Al mismo tiempo, puede
continuar trabajando políticamente en hacerse de la mayoría electoral irrefutable
en todo el territorio nacional, que le dote de un piso político más sólido, que
el actual.
Una vez que el
panorama se aclare y se conozca tanto la situación de la impugnación, como los
resultados electorales del 8-D, la MUD tendría una visión más clara, objetiva y
realista, sobre la cual pudiera perfilar una opción final, que le permita
llegar al gobierno y dar la solución definitiva al problema político, social y económico que
los venezolanos hemos venido confrontando desde hace varios años, los cuales se
han agravado con el gobierno actual.
Cada día que
pasa, con el presidente ilegítimo Nicolás Maduro haciendo turismo,
satisfaciendo las demandas de gobiernos aliados y/o cómplices, sin dar respuestas
concretas a los diferentes problemas del país, la situación tiende a agravarse.
Con un gobierno
sordo, intentando amedrentar y descalificar a los sectores opositores, abstrayéndose
de sus responsabilidades de dar respuesta a los diferentes reclamos pacíficos de
los sectores de la vida nacional que reclaman sus justos derechos, también se
contribuye al empeoramiento de la crisis.
Por el
contrario, en lugar de convocar a la nación entera a un diálogo abierto y sincero, para buscar soluciones y al menos atenuar la
crisis; el gobierno engaña, espía, se burla, maltrata o desconoce a los
sectores que reclaman soluciones, empeorando la situación general del país, aproximándonos
a probables soluciones violentas, que los opositores del lado democrático por
sentido común y para el bien de Venezuela, rechazamos de pleno.
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