Un gobernante bien sea este
Presidente de la República, Gobernador de Estado, o Alcalde de un Municipio, no
es cualquier persona. Tiene el poder suficiente como para cambiar en positivo o
en negativo el destino de los pueblos, regiones, naciones y hasta continentes.
No es suficiente apostar a que si
el gobernante se porta mal le hacemos un revocatorio y lo cambiamos. Hay que
asegurarse antes de elegirlo, de que esta sea la persona correcta para el
cargo. Es decir, se debe apostar a que es el mejor para el cargo entre los que
compiten.
La selección correcta del
gobernante, empieza por lograr una nación con una sociedad mayoritaria responsable,
que adquiera conciencia ciudadana y social, así como un nivel mínimo de
educación general y en valores humanos, que le permita elegir al gobernante adecuado
que garantice resolver los problemas de su comunidad, así como ser un modelo
ejemplar a seguir e imitar, por los demás ciudadanos de la República, del
Estado, o del Municipio del que sea gobernante.
No es una utopía, quimera o un imposible de lograr en
la sociedad venezolana. Es un proyecto
de nación a mediano y largo plazo, que pudiera lograrse si se invirtiesen más
recursos en educación que en la compra de armamento de guerra, como sucede en
Venezuela; donde se dilapidan los presupuestos en gastos militares innecesarios,
se hacen donaciones absurdas, y se gasta
en propaganda política, para alimentar el egocentrismo de los gobernantes de
turno.
Las mayores inversiones en
gobiernos democráticos de cualquier país en desarrollo del mundo, como
Venezuela, deben jerarquizarse en: educación, alimentación, salud, seguridad, desarrollo
y servicios públicos básicos que requieren los países para dar calidad de vida
a sus pueblos.
Está planteada una guerra frontal
del gobierno chavista contra la sociedad democrática venezolana, intentando
imponer un obsoleto modelo de educación. La idea es convertir el modelo de
educación abierto, libre y pluralista que hemos tenido en Venezuela, por un modelo
cerrado y totalitario, donde se pretende adoctrinar (idiotizar) al marxismo
leninismo, a estudiantes venezolanos de primaria, secundaria y universitaria.
Una tremenda aberración que ha venido avanzando despacio pero sin pausas. De
esto se deriva la lucha soterrada de las escuelas, colegios, liceos y
universidades privadas y/o autónomas, para impedir esta atrocidad perversa que
intenta realizar el gobierno de Venezuela.
Esta arremetida salvaje no es
solo en educación. Es en toda la nación, y en todas las disciplinas e
instancias en las que desempeña la sociedad civil venezolana. Estos cambios
incluyen cambiar (paso a paso), la
estructura básica y territorial de la República y convertirla en regiones “comunales”
con vicepresidentes regionales que controlen férreamente todas las actividades de
éstas regiones. Esto está subrepticiamente en vigencia en su primera fase.
En estos momentos el gobierno se
encuentra en emergencia por el descalabro de la economía, razón por las se les
hace difícil profundizar en el socialismo, ya que no hay presupuestos ni para
comprar papel higiénico. Todo esto contrasta con las recientes declaraciones de
Evo Morales, cuando recibía 9 aviones de entrenamiento militar para Bolivia,
cuya compra la costeó el gobierno de Venezuela, bajo la presidencia de Hugo
Chávez.
Dudo mucho que la situación
económica de Venezuela se sostenga a flote por mucho tiempo más. No se requiere
ser economista o un genio en macro economía para darse cuenta de las realidades
venezolanas. La mayor inflación en el mundo, desempleo de dos dígitos (lo intentan
ocultar), desabastecimiento y escasez de comida y productos de consumo masivo,
sin divisas suficientes para ofrecer a los que las necesitan para importar,
últimos en productividad, primeros en corrupción, últimos en confianza, deudas
externas e internas impagables, decrecimiento de la actividad petrolera, por
colapso de PDVSA.
Ante este escenario, financiero y
social, aunado a la crisis política que no se termina de resolver; donde el
Gobierno actúa como una dictadura, y la oposición actúa como una democracia,
sin la existencia de un Estado de Derecho, donde los poderes del Estado son dirigidos
por activistas políticos del PSUV, partido político del gobierno, con una Asamblea Nacional en Rebeldía contra la Constitución y las Leyes, con el presidente
interino Maduro ordenando a la FANB armar
a los obreros y en una eterna campaña electoral; los niveles de nerviosismo
aumentan y llegan a niveles exasperantes, razón para predecir al azar, de que
cualquier cosa puede pasar en Venezuela.
Costó mucho tiempo y esfuerzo,
lograr que se implantara la descentralización de la administración y conducción
de las actividades en los 23 estados de la República de Venezuela. Se empezó
por elegir con el voto popular a los gobernadores de cada Estado, quienes venían
siendo nombrados por el Presidente de la República, durante la dictadura de MP
Jiménez.
Repentinamente, pasando por
encima de la constitución y las leyes, el presidente de la República Hugo
Chávez, sin explicaciones mayores, decide abolir esta descentralización y
ordena que los gobernadores les entreguen a la administración nacional, los
puertos, aeropuertos, hospitales y otros activos que venían siendo administrados
con éxito por las gobernaciones y alcaldías locales respectivas. Algo inaudito
e insólito en una democracia.
Haciendo un balance somero de que
la gestión de todos estos gobernantes de la República, de los Estados y de las
Alcaldías, son algunas excepciones, la gran mayoría de las administraciones han
sido desastrosas. En toda Venezuela solo se ve desolación. El progreso ni se
distingue.
La explicación es muy sencilla. Quienes
han llevado la gestión del gobierno central y de la mayoría de gobernaciones y
alcaldías, les dieron prioridad al
trabajo político (ideologización) y al populismo. Se ha trabajado para
satisfacer parcialmente a un solo sector del país; dejando a un lado por resolver
los problemas de envergadura que afectan a todas las comunidades, como las
necesidades en: vivienda, nuevas escuelas liceos y universidades, de vías de
circulación nacionales, mejor atención en los hospitales, generación de
empleos, mejoras de la calidad de vida, mejoras en el poder adquisitivo, generación
de energía eléctrica, solución a problemas por doquier de aguas negras, diversificar
la economía, fortalecer a PDVSA, etc.
Sin duda alguna que la década del
2003-2013, ha sido las más catastrófica que jamás haya tenido Venezuela en lo
político, social, económico, moral y en soberanía. Hemos sido una nación
ultrajada en todo sentido y entregada a intereses externos, con una facilidad y
entrega anti patriótica que debería avergonzar al liderazgo que lo permitió.
Aprendamos a elegir.
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