El
propósito de la oposición mayoritaria al régimen dictatorial de Venezuela es el
de continuar protestando, hasta que se re-establezca la democracia en el país y
se puedan realizar elecciones generales adelantadas, lo más pronto que sea
posible. Los más radicales, exigen la salida inmediata e incondicional del
régimen del poder, para realizar elecciones generales inmediatas y nombrar a un
nuevo gobierno. El propósito del régimen, es el de continuar en el poder a como dé
lugar, hasta la fecha final del periodo de su mandato a cumplirse en diciembre
de 2018, realizando antes elecciones de gobernadores y municipales, durante
2017, en fechas desconocidas al presente.
Mientras
tanto, el país sigue prácticamente paralizado en sus actividades comerciales y
productivas, que causan cuantiosas e irrecuperables pérdidas económicas al país,
incuantificables por ahora. El tan mencionado y viejo diálogo, aún sigue
vigente entre las estrategias y mentes de los líderes del gobierno del régimen.
Del lado de la oposición, pareciera que éste dialogo ha muerto y nadie se
atreve a mencionarlo, debido a las malas y amargas experiencias anteriores
cuando se ha intentado. Como en una partida de dominó, pareciera que el juego
político se ha cerrado, a la espera de la claudicación de alguno de los dos
bandos en pugna.
La
oposición sigue llamando a marchas y actos de protestas; mientras que el
gobierno amenaza con armar al pueblo chavista, y lanzarlo contra la gran
mayoría opositora en el caso de que lo considere necesario. Mientras tanto,
siguen las bombas, los atropellos, los saqueos, las muertes, los vandalismos,
las declaraciones, las amenazas, los francotiradores, los colectivos y las
medidas grotescas y excesivas de las fuerzas del gobierno contra tales
manifestaciones políticas pacíficas. Los muertos se cuentan por cientos,
mientras las detenciones se estiman en miles, de las cuales muchas son ejecutadas
sin pruebas, ni comprobantes de delito alguno.
El
presidente dictador de la república Nicolás Maduro, amenaza y adelanta
supuestas acciones futuras, que desconocemos; entre las cuales, renunciar a la
OEA pareciera ser una de éstas. Los del lado opositor, nos preguntamos, por qué
la OEA, aún no se ha pasado la carta democrática a la dictadura de Venezuela.
Por mucho menos de lo que hizo Cuba, sancionaron a la Isla con la misma carta democrática.
Dentro
de este cuadro de expectativas, amenazas, especulaciones, supuestos y
soluciones; y vista la situación real de que ninguno de los dos bandos
enfrentados, “el dictatorial y el democrático” no claudicarán ni darán su brazo
a torcer, se me ocurre la idea; de que el régimen llame a un plebiscito
nacional, en el cual el gobierno pregunte al pueblo, si desea que este régimen
chavista siga gobernando a Venezuela. Ciertamente, eso se intentó cuando la
oposición solicitó un referéndum al presidente Nicolás Maduro, y este fue saboteado
en noviembre 2016, entre el CNE y le TSJ, con la complicidad del Poder
Ejecutivo.
Dado
que el gobierno persiste e insiste en que tiene un pueblo mayoritario que le
apoya, esta sería una buena oportunidad de que compruebe con hechos
irrebatibles, de que aún goza de esa popularidad que cacarea. Pienso que esa
sería una salida democrática, justa y consensuada entre dos grupos de
venezolanos enfrentados e ideológicamente incompatibles que, mediante esta electoral
salida propuesta, podríamos dilucidar quién de los dos tiene la razón, y así evitar
una guerra civil a punto de iniciarse, de no lograr soluciones como la
propuesta. Las razones y argumentaciones
están a la vista. Además, pienso que la comunidad internacional estaría
dispuesta y abierta a poyar tal solución, para beneficio de Venezuela de la
región y de toda América.
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