Luego de las
declaraciones de la Fiscal General, de la república de Venezuela, María Luisa
Ortega Díaz, cuestionando por inconstitucionales y golpistas los decretos
155/156 del TSJ, según los cuales: se desconoce a la AN, se les despoja de su
inmunidad a los parlamentarios opositores, se les usurpan sus funciones, las cuales
asume el mismo TSJ; y súbitamente todo cambió en la Venezuela política.
Inmediatamente,
el presidente Nicolás Maduro llama al Consejo Nacional de Seguridad, al cual la
fiscal, ni el TSJ, ni representantes de la oposición asisten. En una maratónica
sesión, se decide solicitar al TSJ a que eche atrás (que aborte) tales
decretos, por ser inconstitucionales. Si alguien necesita un ejemplo práctico
de lo que significa anarquía, se me ocurre que éste, pudiera ser uno muy
representativo.
Las
consecuencias están a la vista. Se habla de un globo de ensayo practicado por
el chavismo para dar un golpe de Estado, justificado por el TSJ ante la
supuesta ilegalidad de la AN, decretada por ellos mismos; evitando la
participación del poder ejecutivo y dejando como responsable único, al TSJ. Si
no hubiese habido la participación oportuna de la Fiscal, cuestionando a tales
decretos por inconstitucionales, no se sabe cuáles hubieren sido los resultados
y consecuencias de esta acción. Lo cierto para los venezolanos, es que ha
habido alta irresponsabilidad del TSJ, el cual en estos momentos está siendo
repudiado por la población y conminado a que renuncie en pleno, lo cual agrega
otro elemento a la lucha gobierno – oposición.
Lo cierto es que
el chavismo ha sufrido un fuerte golpe político y moral entre sus filas. Sobre
todo, entre las fuerzas morales internas que todavía pudieran existir dentro de
ellas, las cuales deben estar alarmadas ante tanta inmoralidad y desparpajo de
sus líderes, dentro de un proyecto político al cual se adhirieron
incondicionalmente por considerarlo viable y serio; que al final ha resultado
todo un conjunto de decisiones y acciones erróneas y perversas sin ningún viso
de legalidad ni de racionalidad. Tan es así, que el apoyo estimado actual al
gobierno, tiende a colocarse por debajo del 10% de aprobación, lo cual es
definitivamente determinante para corroborar el desplome del gobierno. Esta
solo, no tiene población que lo defienda.
Solo falta
saber, el grado de tozudez del gobierno para aceptar gallardamente, que perdió
la guerra contra la democracia y la sensatez. Solo falta saber, su disposición
a aceptar que la única solución para los venezolanos y futuro de éstos, es la
de aceptar el llamado a elecciones inmediatas que está solicitando el pueblo
desde hace mucho tiempo. Solo falta saber, si el gobierno aún tiene
sentimientos y la capacidad de honrar al pueblo, y acepta liberar de las
cárceles venezolanas a los presos políticos que permanecen innecesariamente
detenidos sin justificación alguna. Solo falta saber, si el gobierno, al perder
las elecciones por los votos obtenidos por la oposición, está
dispuesto a entregar el poder a los legítimos elegidos por el pueblo, para
ejercerlo.
Si el gobierno
está consciente de que perdió la guerra contra la democracia, ésta última
representada en estos momentos por la oposición, se le conmina a que deponga
las armas, que actualmente apuntan al pueblo, y haga lo que tiene que hacer,
para garantizar fechas y arreglos electorales correspondientes, para iniciar de
inmediato el proceso electoral que se requiera para elegir y legitimar a un
nuevo gobierno constitucional, para la nueva Venezuela.
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