Sin
ser experto en educación, me atrevo a opinar y aportar mi granito de arena en
un tema tan trascendental para Latinoamérica y el mundo sub desarrollado como lo es la reforma educacional. Desdichadamente,
para la mayoría de los políticos, columnistas, periodistas, analistas y
escritores, pareciera ser que: la política, lo social, lo económico y la
migración, parecieran ser temas prioritarios a la educación. Quizás sea ésta,
la razón por la que observo poca información en los medios noticiarios latinoamericanos,
sobre las reformas en educación.
Los
gobiernos de Chile y de México han emprendido reformas educativas, con la sana
y supuesta lógica intensión de mejorar la calidad de ésta en tales naciones.
Una iniciativa muy laudable y con mucho sentido de crecimiento y desarrollo
integral que se supone demanda ambas naciones líderes en Latinoamérica.
Lamentablemente,
ambas reformas están siendo cuestionadas por manifestantes en ambos países. En
el caso de México, la acusan de estar orientada más a una reforma administrativa
que educacional en sí. Por el lado chileno, el reclamo viene por el alcance de
ésta, la cual, según los manifestantes, debería incluir la gratuidad de la
educación superior a nivel nacional, entre otros desacuerdos.
La
primera pregunta que se me ocurre hacerla a los gobiernos que impulsaron,
redactaron y dieron luz verde al desarrollo de tales reformas, sería: ¿Fueron
estas ideas originales y sus respectivos borradores consultados debidamente con
las organizaciones políticas, las no gubernamentales, y las educativas, antes
de darles el visto bueno para su implantación? De no ser así, es elemental
pensar que existan discrepancias entre el gobierno y los oponentes a estas
reformas.
Intentar
llevar a cabo una reforma educacional con tanta oposición de parte de otros
sectores de la sociedad, pareciera ser contraproducente. Ya se han ocasionado
víctimas fatales en México y no es de extrañar que éstas también se produzcan
en Chile de continuar, tales manifestaciones.
Más
como forma anecdótica, que estimula la excelencia en la educación ideal en algunos países; sus gobernantes, en lugar de
destacar la importancia de sus próceres, mediante la edición de billetes con
fotos de éstos, imprimen fotos alusivas
a las escuelas, universidades y ambientes educacionales. Esto, con la intensión
de sugerir la importancia vital de la educación en tales países.
En
base a lo poco que he leído sobre algunas experiencias mundiales en reformas
educativas, he encontrado algunas novedades o premisas que han dado resultados
asombrosos a los países que las han aplicado. 1) En primer lugar, la de
considerar al maestro o educador como un profesional de altísimo relieve e
importancia dentro de su sociedad. 2)
Como profesional de la educación, sus honorarios, sueldos y demás compensaciones
sociales y económicas, son de las más elevadas y consideradas en tales países,
al compararla con otras profesiones. 3) Las instalaciones de las escuelas,
liceos, institutos gubernamentales o privados deben ser impecables. 4) El
propósito final es comúnmente el de lograr la excelencia en el nivel de la
educación que se espera alcanzar una vez que la reforma haya concluido. 5) Una
reforma educativa para cualquier país que la intente requeriría algo de tiempo
razonable para lograrla. Se estima que se lograría en varios años, con ajustes
graduales. 6) El alto costo de una reforma educacional dependiendo del país
donde se haga, pudiera resultar de altísima magnitud, razón para pensar más
racionalmente en cómo y cuándo financiarla.
Si
algún tema importante necesita de extrema discusión, dialogo y discusión antes
de su definición, aprobación y promulgación; ese sería en mi opinión el tema
educacional. Por la magnitud y violencia de los reclamos opuestos a tales
reformas en Chile y México, pareciera ser que se requeriría de un alto en tales
reformas educativas para reiniciar revisiones y discusiones de las cuales deben
salir acuerdos y consensos aceptados y respetados por todas las partes.
Desde
el punto de vista del clima político, económico y social, ni Chile ni México,
parecieran tener la estabilidad suficiente y necesaria como para continuar
adelante con sus reformas educativas. Tanto la popularidad del gobierno Chileno
como el Mexicano están por debajo del 30%, de aprobación; insuficientes como
para imponer condiciones exigidas por los manifestantes.
De
ambas experiencias podrán sacarse las siguientes conclusiones, que pudieran ser
útiles para futuros gobiernos latinoamericanos que aspiren abordar el tema de la reforma educativa. 1) Para
iniciar una reforma debe existir la máxima calma, paz y armonía en el país. 2)
Debe haber crecimiento económico razonable y estable. 3) Debe haber consenso
entre los partidos políticos más importantes. De ser posible, unánime. 4) Una
reforma educacional penosa-mente se pueda lograr en un periodo presidencial, lo
que obliga a firmar acuerdos de continuidad en la reforma. 5) Los aportes de
estudiantes, maestros, profesores y sector educacional privado deben ser oídos
y considerados en tales reformas; dado que éstos son protagonistas.
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