Naciones,
instituciones, proyectos u organizaciones; con liderazgos inadecuados, tienden
inflexiblemente a fracasar. Tanto en organizaciones privadas, como en las
públicas, este es un axioma entendido y aceptado por los que toman decisiones a
muy alto nivel; y quienes que por lo general, comprenden muy bien: el rol,
alcance, funciones y responsabilidades de un líder adecuado.
En
organizaciones privadas grandes y exitosas, la escogencia de un líder para
determinada función, es por lo general una tarea comúnmente fácil de concretar.
Ello, debido a que escoger a un líder, está establecido por escrito en los
manuales de administración de tales empresas.
Mientras mas alto es al cargo, más costosos en prestigio o en capital
pueden ser los errores de toma de decisiones de un líder inadecuado.
Para
evitar pérdidas por tales fallas, las cuales son absorbidas por los socios,
inversionistas o dueños; es la razón por la que la empresa privada debe
esmerarse en escoger bien a sus líderes, para los cargos dentro de su
estructura organizacional. Muy en especial, para los cargos más altos de las
empresas. Por supuesto que esto no es en un 100% cierto. Las empresas privadas ocasionalmente
también se equivocan, por diferentes razones, al no elegir al líder adecuado.
En
el sector público, la metodología a utilizar, es muy diferente a la del sector
privado; puesto que se presentan otros factores y poderes que entran en juego, diferentes
a los de la empresa privada. Por ejemplo; la lealtad al gobierno, al partido
político, al proyecto político y a sus líderes, prevalece sobre: la
meritocracia, la sensatez, la equidad, la ética y la moral. Es muy común
también dar un cargo a un amigo para ayudarlo. Esta diferencia con el sector
privado es más patética, mientras más fanático es el gobierno en referencia.
En
Venezuela vivimos esa realidad, desde el momento en que el gobierno chavista se
instaló en el poder en 1999. Dado que los partidos políticos que les apoyaban
no tenían en sus filas a los mejores y más calificados ciudadanos, para asignarles
las responsabilidades del momento, fue la razón principal por la que tuvieron
que colocar en los cargos de dirección a personas inadecuadas, muchas veces
improvisando y manipulando.
Como
consecuencia de los pésimos primeros resultados, fue la razón por las que
empezaron a rotarlos en sus diferentes cargos, fue emergiendo el nepotismo y
ascenso de líderes jóvenes; en un intento de contener los fracasos sectoriales
que venían padeciendo. Otra táctica utilizado, ha sido la de utilizar a
militares en las instituciones gubernamentales, quizás para justificar y
reafirmar la sugestión de que su revolución es cívico militar. Como
consecuencia de esta falta de recurso humano de calidad adecuada para gobernar
a un país, ha sido evidentemente una de las causas principales de que los
resultados del gobierno sean tan pobres.
Algunos
analistas afirman que la destrucción del país y el empobrecimiento del
venezolano, han sido parte del plan revolucionario perverso de convertir a Venezuela
en un satélite comunista, con la idea de que el ciudadano dependa en todo de El
Estado; para así mantenerlo controlado y dominado. Esta hipótesis está en el
tapete de las tantas controversias por resolver, que ha generado la revolución
chavista.
Sea
cual fuere el propósito de los gobiernos chavistas, durante estos últimos 16
años; los resultados logrados a la fecha han sido pésimos desde cualquier
ángulo desde el que se mire. Pues, no han logrado imponer al socialismo, como originalmente
aspiraban y/u ofrecieron a su militancia, razón por la cual la misma está descontenta
y solicitando cambios. Por el contrario, si su propósito era el de desarrollar
y modernizar al país en democracia, como algunas veces lo hicieron creer al
pueblo, también fracasaron rotundamente,
tal como es evidente. En todo caso, el liderazgo chavista fracasó, debido a que
para cualquier propósito que perseguía, fue y sigue siendo un liderazgo
inadecuado y obsoleto, sin propósito ni orientaciones lícitas claras.