El
pasado 18F, se realizó en Argentina la MARCHA
DEL SILENCIO inspirada en los misterios de la muerte inesperada y violenta del
fiscal Alberto Nisman, quién se atrevió a acusar a la presidenta Cristina
Fernández, viuda del ex presidente Néstor Kirchner, de encubridora de los supuestos
criminales iraníes que causaron la muerte a 85 personas, mediante acto
terrorista a la organización AMIA en Buenos Aires el 18J de 1994.
La
convocatoria a la marcha la hizo un grupo de fiscales colegas de Alberto Nisman,
a quienes se sumaron sus familiares. A
este reducido grupo se unió un número inédito de personajes de la sociedad
civil, quienes en unión a personas comunes del pueblo argentino se sumaron masivamente
a ésta convocatoria. La marcha tomó una fuerza descomunal; a tal punto que se le
está comparando con las marchas del silencio de Francia y de Dinamarca y otras
regiones el mundo, inspiradas en protestas contra la violencia, la inseguridad,
el terrorismo, la impunidad y la injusticia; y en favor de la paz, de la
verdad, de la libertad de expresión, etc.
La
marcha del silencio que se acaba de producir en Argentina fue pacífica y
silenciosa, sin elementos perturbadores. Se produjo aún en contra del tiempo,
puesto que llovió pertinazmente y con fuerza; y sin embargo esto no impidió que
se celebrase con éxito. Podría afirmarse que el gran protagonista de esa
marcha, fue el gran pueblo argentino, quién se expresó en silencio y expuso públicamente
sus demandas.
No
obstante esas manifestaciones de civismo que dio el pueblo argentino en la
marcha del silencio, donde sobresalieron los llamados de justicia; se esconde subrepticiamente
una gran realidad que aún no termina de aflorar a la luz de la opinión pública,
como lo es el modelo de relaciones internacionales de la república Argentina,
muy semejante a los modelos de los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y
Venezuela.
Para
nadie es un secreto que los gobiernos de estos países, aplican una ideología
política de extrema izquierda que odia al mundo israelí, y defiende al mundo
palestino. Son gobiernos que se sienten a gusto con la ideología marxista
leninista y condenan las democracias representativas. Son gobiernos que ven con
simpatía a los gobiernos totalitarios de China, Cuba, Rusia, Irán, Siria, Corea
del Norte, Bielorrusia y Vietnam.
Es
evidente también el alejamiento de estos gobiernos latinoamericanos indicados
arriba, con los gobiernos democráticos de Europa, América y del mundo.
Pareciera ser que estos gobiernos populistas y extremistas, desean imponerles a
sus respectivos pueblos el tipo de amistad internacional que deben cultivar. Estas
posiciones extremas de parte de estos gobiernos, que se califican a sí mismo
como revolucionarios y quienes utilizan la mentira, la manipulación, el abuso
del poder y el terrorismo de estado como herramientas de gobierno, terminan
enfrentados a los medios de comunicación privados que denuncian y condenan tales
conductas y anormalidades. Ello explica el por qué, el diario Clarín es tan odiado
por el gobierno argentino.
El
caso Nisman, desnuda plenamente esta realidad de la existencia de dos versiones
de la república de Argentina. Gran parte de la población argentina se siente identificada
con la democracia y las naciones occidentales y la otra parte, a la cual
pertenece el actual gobierno, está identificada con el mundo oriental del
marxismo leninismo. Este tema más temprano que tarde, la población argentina
tendrá que dilucidarlo.
La
verdad sobre la muerte de Nisman no es suficiente para resolver tal situación. El hecho es que la
muerte del fiscal Nisman, ha propiciado un debate nacional e internacional que
va tomando fuerza. En consecuencia, no sería de extrañar que como consecuencia de
este debate, la correlación de fuerzas políticas en argentina sufra un gran
viraje hacia la centro derecha; y en las próximas elecciones presidenciales, se
produzca el entierro político del peronismo y del incipiente kirchnerismo, como
consecuencia de un uso exacerbado del populismo, aunado a una ilógica y confusa
política internacional que ha hecho mucho daño al país argentino.
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