Uno de los grandes tabúes en
Latinoamérica es el de las privatizaciones de empresas que normalmente deberían
ser desarrolladas, administradas y dirigidas por el capital privado en
cualquier nación con un sistema de gobierno democrático.
No es en vano que la gran nación
norteamericana de EE.UU., ha sido por muchísimos años la abanderada en
desarrollo industrial, avances tecnológicos y en crecimiento económico, gracias
a que permiten que el capital privado se encargue de crear industrias, para éstas
que produzcan bienes y servicios y contribuyan con la economía del país, paguen
sus respectivos impuestos, y además contribuyan en educación, deportes y en necesidades
sociales básicas del pueblo norteamericano.
Por esta peculiar y lógica
delegación de tareas, donde el capital privado se encarga del desarrollo económico
y el ESTADO se encarga de garantizarlo, facilitarlo, guiarlo, regularlo y
establecer leyes y controles para evitar excesos, a los EE.UU. les ha ido muy
bien, yo diría que excelente.
Después de dos siglos de
liberados de los imperios que nos invadieron en la época de la colonia, los
latinoamericanos no hemos querido aprender las cosas positivas de los EE.UU.,
que nos hubiesen permitido liberarnos económicamente y tener mejores resultados
y oportunidades de crecimiento en general. Pareciera que nuestro rol es el de
criticar y bloquear sin sentido, las iniciativas de los norteamericanos, viendo solo el lado oscuro de éstos e
ignorando su lado bueno.
Pudiera afirmarse, que el rol del
Estado norteamericano es mucho menos ambicioso que el rol de la mayoría de los Estados
latinoamericanos, muchos de los cuales se convierten erróneamente en “totalitarios”
y además pretenden inmiscuirse en todas las actividades de la vida nacional de
cada país, sin dar respiro a las actividades, la creatividad e iniciativas
privadas, las cuales pretenden controlar férreamente, como si el país les
perteneciera en exclusividad a los
políticos.
En Venezuela vivimos una "socialización" extrema de la economía y de la política. Pereciera que el modelo
a seguir es el cubano, cuya economía socialista está por los suelos y su
sistema político comunista es el más represivo, perverso y autoritario en toda
Latinoamérica.
El gran orgullo de la revolución
cubana es el de haberse liberado del capitalismo, y como nación sentirse “soberana”,
sin importar el hambre y penurias que vive silenciosamente su población
adoctrinada y apaciguada a golpe de fusilamientos. El gobierno venezolano
trabaja intensamente en lograr el objetivo cubano y quizás emularlo. Una
verdadera locura cuyo costo es ya excesivo.
Hablar en Venezuela de
privatización y economía de libre mercado es algo parecido a un gran tabú. La
versión del gobierno sobre privatización y economía libre de mercado es
distorsionada y satirizada constantemente. Es divulgada a sus seguidores y a
toda la nación por televisión, radio y prensa. La campaña pareciera ser tan
efectiva, que ni a lo oposición se le ocurre hablar de privatizar industrias y
empresas estatales quebradas que dan pérdidas, por miedo a que les califiquen
de oligarcas y en definitiva se ahuyenten los votos de quienes tienen miedo a
ésta.
Pareciera que el rendimiento
económico, la generación de empleos, la productividad, las ganancias, el
crecimiento, la producción, costos justos de producción y demás indicadores
económicos usuales en las empresas del sector privado, son eclipsados por la
palabra “nacionalización”, que como sabemos implica “subsidio”, “corrupción” y
“pérdidas económicas.
En Venezuela existe excesiva demagogia
en proteger en demasía al ciudadano mediante dadivas directas, o indirectas vía
subsidio, en servicios tales como: Telefonía, alimentación, agua, electricidad,
energía, hospitales, escuelas, universidades, peajes en autopistas, transportes
públicos, aseo urbano, hoteles, líneas aéreas, teleféricos, etc. Con economía
tan subsidiada e insincera ningún país puede desarrollarse adecuadamente. Sería
más prudente y conveniente nacionalizar solo a empresas “estratégicas” y
algunos servicios básicos. El resto de empresas
dejarlo a la inversión privada, para lograr mayor desarrollo industrial,
pleno empleo, diversificar la economía, lograr mayores ingresos al país y
permitir así sincerar salarios y precios y lograr mejor armonía económica,
recuperando el valor real de nuestra moneda. Vaya TABÚ el que tenemos.
La siguiente es una tabla
comparativa entre empresa privada y estatal
la cual se explica por sí sola. En ella se destacan las diferencias
sustanciales entre ambos tipos de empresa, que no dejan lugar a dudas sobre las
ventajas para el país de la empresa privada sobre la empresa estatal.
FACTORES
COMPARATIVOS ENTRE EMPRESA PRIVADA VERSUS EMPRESA ESTATAL
|
||
FACTORES DE
COMPARACIÓN
|
TIPO
DE EMPRESA
|
|
PRIVADA
|
ESTATAL
|
|
Accidentes de
trabajo
|
Ocasionales
|
Comunes
|
Ausentismo
laboral
|
Siempre Menor
|
Siempre Mayor
|
Calidad del
personal
|
Privan los
méritos
|
Priva la
lealtad al gobierno
|
Calidad del
producto/servicio
|
Por lo general
mejor
|
Por lo general
peor
|
Cantidad de
personal
|
El óptimo
necesario
|
Generalmente
excesivo
|
Control de
calidad
|
Por lo general
bueno
|
Por lo general
mediocre
|
Corrupción
|
Se controla la
corrupción
|
Se facilita la
corrupción
|
Costos de
producción
|
Por lo general
óptimos
|
Por lo general
altos
|
Desarrollo de
personal
|
Generalmente
bueno
|
Por lo general
inexistente
|
Gerencia
|
Por objetivos,
la mejor
|
Politizada y
mediocre
|
Impuestos sobre
la renta
|
Cumplimiento cabal
|
Generalmente en
mora
|
Mantenimiento
|
Generalmente
programado
|
Generalmente
improvisado
|
Nuevas
inversiones
|
Cuando hacen
falta
|
Politizada y
lenta
|
Productividad
|
Generalmente
alta
|
Generalmente
baja
|
Rentabilidad
|
Mayormente
rentable
|
Por lo general
da pérdidas
|
Seguridad
laboral
|
Estable
|
Inexistente
|
Tamaño de la
empresa
|
Depende de la
demanda
|
Depende de los
“guisos”
|
Tecnología
|
Generalmente
actualizada
|
Generalmente
desactualizada
|
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