Mientras
el candidato del gobierno Nicolás Maduro anda en plena campaña electoral, aún
el candidato formal de la oposición no ha sido seleccionado. Esto sin duda da
una ventaja inicial que pudiera ser decisiva en una campaña electoral corta
como la que se supone habría, de declararse la ausencia absoluta y definitiva
del presidente reelecto Hugo Chávez.
No
obstante lo que pudieran pensar las mayorías, Nicolás Maduro no pareciera estar
muy entusiasmado con la posibilidad de ser presidente de la República, como aspiraría
cualquier mortal. Lo que él menos desea en esta situación, es que la ausencia absoluta
de Hugo Chávez se presente y él tenga que participar en unas elecciones
bellacas como candidato.
En
el fondo él sabe que no está preparado para una responsabilidad tan grande y
difícil, como la de ser presidente de Venezuela por 6 años con un escenario tan
complejo como el que presenta Venezuela en estos momentos. Además, conoce muy
bien por la situación caótica que atraviesa Venezuela y encontrar su solución
pareciera ser un asunto de magia, que solo el mago de la revolución Hugo Chávez
estaría en capacidad de encontrar, y aún para él, ésta pudiera estar fuera de
su alcance.
Todas
las opciones del chavismo lucen peores que las de la oposición. Con Hugo Chávez
o Nicolás Maduro, el gobierno se debilitará rápidamente hasta colapsar. El
chavismo no tiene ni tendrá soluciones. Todas las posibilidades se les han
agotado. Están atrapados en la telaraña absurda que tejieron. La tesis del auto golpe de estado aceleraría su caída vertiginosamente, en lugar de salvarlos.
Por
el lado opuesto, se observa muy poco entusiasmo para asumir la presidencia de
la República en las circunstancias actuales. Al menos que la MUD haya decidido
en privado, darle la responsabilidad a Henrique Capriles Radonski, para
anunciarla a la nación en el momento preciso que se decida la realización de
tal elección presidencial, es la única explicación que se me ocurre, para justificar
esta situación. De hecho, con sus declaraciones constantes, pareciera que HCR es
el candidato seleccionado por consenso oculto de la MUD para medirse a Nicolás
Maduro.
Existe
la posición del partido socialdemócrata Copei quién pudiera tener el apoyo de
otros partidos políticos, de realizar la escogencia del candidato por consenso,
según lo acordado, lo antes posible, posición ésta con la cual estoy de
acuerdo, pero habría que convencer a un sector de la MUD que piensa diferente y
prefiere hacerlo en último momento por diversas razones desconocidas. Ismael
García hizo el anuncio público de una reunión a realizarse esta última semana
del mes de febrero, para revisar el tema. Ojalá se encuentren soluciones
viables para acordar una candidatura unitaria y fuerte, que represente bien el
sentir del sector opositor a nivel nacional.
Personalmente,
pienso que la oposición debería participar, e intentar ganar tales elecciones.
Pero debería ir preparada con una nueva estrategia ganar – ganar. Esto
significa, que en el caso de que las pierda, quede electoralmente bien
posicionada, como para que en un relativo corto tiempo, tenga mayoría absoluta con
garantías ciertas de victoria electoral en la próxima ocasión, dado el deterioro inminente que se visualiza
y se espera suceda en el chavismo.
Teniendo
presente las premisas anteriores, la MUD debería escogería al candidato
opositor de una amplia lista de políticos experimentados tales como: Antonio
Ledezma, Asdrúbal Aguiar, Diego Arria, Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz, Claudio
Fermín, entre algunos otros candidatos valiosos y preparados, del mundo
político y social que escapan de mi mente, pero dispuestos a contribuir.
La
MUD requeriría entonces congelar por ahora las probables pre candidaturas de:
Henrique Capriles, Henry Falcón, María Corina Machado, Pablo Pérez, Leopoldo Lopez etc., y a todos aquellos candidatos jóvenes, excelentes prospectos, los
cuales reservaría para el futuro próximo inmediato y así evitar, por
apresuramiento innecesario, “quemar a alguno de ellos”, con el agravante de que
se pueda producir un salto al vacío y empeorar las cosas.
Capriles
y Falcón se dedicarían a gobernar a tiempo completo sus estados para lograr
éxitos administrativos y mejorar sus experiencias individuales, como servidores
públicos, a considerar para próximas contiendas electorales. Con una exitosa
gestión en ambos estados, se garantizaría mantener satisfecha y cautiva a la
militancia de ambos estados. María Corina Machado representando al sector
opositor como legisladora de primer orden en la Asamblea Nacional, igualmente
acumulando conocimientos y experiencias, le daría solidez a la oposición dentro
de la Asamblea.
Pablo
Pérez, Leopoldo Lopez y los otros destacados líderes jóvenes y no tan jóvenes prospectos
a candidatos, que hoy representan dignamente al sector opositor, seguirían en la
lucha política en sus respectivas actividades políticas y sociales, así como en
las calles de Venezuela, ganando adeptos para la causa de la democracia, concientizando
al chavista y al venezolano común, de la necesidad de un cambio de dirección en
la conducción política, económica y social del país. Ello, para asegurar las
mayorías electorales indispensables y consolidar el cambio político, social y
económico definitivo que por tanto tiempo reclama Venezuela. La democracia
real, sólida y prospera es en definitiva nuestro norte.
JUSTIFICACIÓN
El
andamiaje político que tiene el gobierno instalado en las gobernaciones,
alcaldías, Asamblea Nacional, FAB, PDVSA, y demás poderes del Estado, sería un
reto extremo para un político joven con poca o mediana experiencia y
conocimientos limitados, del engranaje de la nación, en las condiciones en que se reciba el poder
político en el caso de ganar las elecciones. Riesgos de una Venezuela
ingobernable.
Esta
sería una prueba de fuego, muy riesgosa, como para ofrecérsela a algunos de los
jóvenes líderes políticos antes nombrados. Un fracaso en un gobierno de
transición liderado por un presidente de la oposición, podría ser tan
catastrófico o peor que el desastre presente del gobierno chavista. Sería un
retroceso imperdonable.
Las
probabilidades de que un presidente con mayor edad, experiencia y conocimientos
como los indicados arriba, salga exitoso sin traumas que lamentar, son mucho
mayores que las que se pudieran lograr con un presidente relativamente joven,
como los señalados abajo.
El
hecho de que el candidato por el sector opositor, no pertenezca a ninguno de
los partidos políticos mayoritarios de la MUD, en caso de ganar la presidencia,
le daría mayor ventaja a la oposición para lograr los consensos necesarios, a objeto
de negociar con el chavismo las condiciones de gobernabilidad que se
requerirían para llevar a cabo una buena y pacífica gestión en beneficio de
Venezuela.
Para
considerar y admitir esta estrategia, es necesario deponer las ambiciones
personales y colectivas de grupos políticos y privados, que por lógica
aspirarían gobernar con un presidente salido de sus propias filas. En estos
momentos tan dramáticos que vivimos, la nación y la patria tienen prioridad
absoluta, por encima de cualquier otro factor. Si nos equivocamos esta vez,
pudiera ser muy costoso y pudiéramos retroceder en el tiempo a un precio
impagable.