La nación más codiciada de Centro
y Suramérica sin duda alguna es Venezuela. Y todo porque tiene mucho petróleo,
mucha gente cándida, mucha gente codiciosa y mucha gente anti patriota. Y como
si fuera poco, existen muchos gobiernos latinoamericanos con mucha gente vividora,
mucha gente falsa, mucha gente bribona y mucha gente mentirosa.
La situación de Venezuela en
estos momentos es sumamente delicada, crítica, impredecible e inescrutable. Su
población se encuentra totalmente dividida, angustiada, descontrolada,
desconfiada, desconcertada, desesperanzada, frustrada, harta, nerviosa,
preocupada y sorprendida. Solo se necesita de un gran milagro, para que
Venezuela no se convierta en una república bananera caótica y sin control,
donde pueda ocurrir todo lo inimaginable.
Los escenarios del futuro inmediato
político son tan impredecibles, que ningún analista político que se aprecie, se
atreve a afirmar ni a predecir absolutamente nada. Ni siquiera es posible vaticinar
cómo llegaremos al próximo mes de febrero de 2013.
¿Habrá ausencia temporal o
absoluta? ¿Seguirá Hugo Chávez vivo, o muerto? ¿Quién será el presidente, si lo
hubiere? ¿Habrá nuevas elecciones presidenciales, cuándo? ¿Cuántos aspirantes a
presidente surgirán? ¿Se habrá unificado la oposición? ¿Surgirán nuevos líderes
políticos? ¿Permanecerá el chavismo unido? ¿Quién tendrá la mayoría política,
el chavismo o la oposición? ¿Habrá algo de república para entonces? ¿Quién
tendrá el control político en el chavismo? ¿Habrá gobernabilidad? ¿Habrá
elecciones para alcaldes? ¿Se habrá devaluado la moneda? ¿Cuál será el nivel de
inflación? ¿Aumentará la escasez? ¿El estado comunal seguirá su ruta? ¿Cuál
será la situación de PDVSA luego de haber sido calificada de riesgosa?
Mucho menos se puede adelantar la
solución sensata y realista que requiere Venezuela con urgencia, para salir de
la dificultad, en la que ha estado inmersa. Un sinnúmero de variadas y complejas
crisis, a saber: política, social, institucional y económica, una peor que la
otra.
Llegar a soluciones pacíficas y compartidas
entre los venezolanos, pareciera que es una misión imposible. Aún, cuando ambos
bandos políticos tengan elementos válidos para la concertación, pareciera que
el momento no se presta mucho para ello. Todo pareciera indicar que la “guerra
política” debe continuar “a muerte” hasta quién sabe cuándo.
Mientras tanto, nosotros, los de
a pie, no dormimos bien, tenemos pesadillas, elucubramos más de la cuenta, nos
volvemos irritables, estamos desconcertados, no disfrutamos de la vida, vemos
fantasmas por doquier, no tenemos a quien preguntarle ¿pana, cómo van las
cosas?
La vía lógica a seguir es la de
respetar lo establecido en la constitución, lo cual dependerá de la voluntad
política del chavismo de aceptarlo. ¿Lo harán? No lo creo. Estos son mis
pensamientos del momento. Espero estar equivocado y que los escenarios a
esperar no sean tan dramáticos como los estoy presintiendo. Honestamente amigo
lector, no hay manera de ser optimista.
Solo falta la solución extrema,
de colocar un aviso en los medios de comunicación que diga: “Se vende al mejor
postor Nación en CAOS. Favor dirigir su ofertas al señor Raúl Castro en la
Habana, Cuba; con copia al señor Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela”.
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