La impunidad en un estado omnipotente
Guillermo A. Zurga, sábado 24 de abril de 2010.
En una nación donde funcione el estado de derecho, la impunidad no debería existir. La impunidad prevalece y existe en naciones corruptas, donde la justicia ciega existe a medias. La justicia solo es aplicada a un grupo de la población, que se resiste a plegarse a políticas excluyentes y dañinas para la población y la nación mismas. En consecuencia, solo se aplica el peso de la ley a quienes son señalados culpables por el estado omnipotente. Esta es una práctica perversa que se viene utilizando abiertamente en Venezuela, cada vez con más intensidad y mayor crudeza.
Ser opositor al régimen significa que tu conducta debe y tiene que ser perfectamente vertical, o de lo contrario estas sobre expuesto a que te apliquen la justicia con todo el rigor de la ley, por simples faltas. En algunos casos, por faltas inventadas o creadas por tus perseguidores. Incluso, te pueden detener y encarcelar por sospechas de que eres peligroso. Las cárceles venezolanas son ejemplo viviente de esta realidad. Ciudadanos de conducta idónea, y ajustada a derecho, están encarcelados por haber sido señalados por el régimen como peligroso, o enemigos de éste.
Por el contrario, ser chavista y demostrarlo con tatuajes del presidente en el pecho, con vestirte de rojo, con asistir a las marchas del gobierno, con apoyar al régimen irrestrictamente o con cualquier otro método de demostrar tu fidelidad y compromiso con la revolución, es más que suficiente para que seas una ficha inmune a ser juzgado y al castigo de la ley. No importa lo grave de tu falta. Siempre tendrás un padrino defensor que te protegerá de cualquier amenaza de: un policía, fiscal o un juez que desee cumplir con su deber. Serás inmune mientras seas fiel al gobierno y apoyes todas sus ineptitudes y excesos.
Eso sí, no cometas la torpeza de criticar la revolución o mostrar alguna duda respecto a tu solidaridad para con esta. Inmediatamente serás acusado de traidor, execrado de tus círculos cotidianos, y lo que es peor, perderás tus privilegios de inmune; y los pequeños o grandes delitos que cometiste, te serán señalados y utilizados para condenarte a la hoguera. La lista de traidores a la revolución es inmensa y cada día crece exponencialmente.
Con el salvoconducto de la impunidad, pereciera que estás autorizado a golpear a tu esposa, a tu madre, a tus padres, a tus amigos y a quién te ofenda y moleste. También puedes escondido o agazapado desde un puente, dispararle a gente inocente mientras ésta marcha pacíficamente, solicitando democracia y libertad, y con una banderita en sus manos. Puedes también apodérate de lo ajeno, de malversar el presupuesto que te asignaron como administrador del gobierno, sin que la justicia te persiga. Puedes también ofender de palabra y en cadena, a cualquier ciudadano que no te caiga bien, sin que nadie te acuse. Puedes armar con fusiles a niños y obligarlos a odiar y a perseguir a la oposición, repitiendo el “slogan” del chavismo: “patria socialismo o muerte”, sin que te pase absolutamente nada. Esas son las grandes ventajas de la impunidad ante un estado omnipotente. Absolutamente, nadie te puede tocar ni señalar.
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