lunes, diciembre 22, 2014

El lado oscuro del pacto Obama - Castro

La noticia más impactante de lo que va del siglo XXI, pudiera ser la del pacto entre el presidente democrático de los EE.UU. Barak Obama, y el presidente dictador de Cuba Raúl Castro, quienes anunciaron la semana pasada su intensión de reiniciar las relaciones diplomáticas directas – rotas desde hace más de 50 años como consecuencia de la decisión de la revolución cubana de abrazar al comunismo como ideología política y convertirse en dictadura – para iniciar una nueva etapa de relaciones diplomáticas,  políticas y comerciales entre los gobiernos de ambas naciones.

A partir del anuncio hecho el mismo día por separado de ambos presidentes, desde sus respectivos países, ha habido opiniones encontradas en toda América y parte del mundo, indicativas de que existen diferencias, sintetizadas en dos posiciones políticas diametralmente opuestas respecto a tal pacto.

Millones de personas piensan que es una buena y extraordinaria noticia, que beneficiaría tanto a los gobiernos de EE.UU. como al de Cuba, y por ende, traería progreso económico, justicia y paz para las poblaciones de ambas naciones. Según esta postura, América en general también se beneficiaría.

La otra postura, considera que ha sido una posición blanda de Obama al ceder con inusitada ligereza ante el gobierno de Cuba, sin antes exigir con firmeza cambios políticos fundamentales y profundos en la isla, que garanticen la vuelta a la democracia y a las libertades en dicha nación.

Inversamente, el presidente Raúl Castro, ha puntualizado que seguiría utilizando al sistema socialista dentro de la Isla. Es decir la economía del país seguiría siendo administrada totalmente por el gobierno. Respecto al sistema político comunista de opresión y control de la conducta del habitante de la isla; Raúl Castro solo se ha limitado a decir que existen diferencias con respecto a la democracia, y está dispuesto a “conversar” (no a negociar) sobre estos temas.

Pareciera que con el “arreglo” de estas nuevas relaciones diplomáticas, solo se llegaría al beneficio personal y político para Barak Obama, el comercial para el gobierno y el pueblo de Cuba y el económico para los diferentes inversionistas trasnacionales dispuestos y listos (con las grandes fauces abiertas) a la espera de aprovechar los diferentes negocios que sin duda alguna se presentaran y aprovecharan en Cuba. Sobre la democratización del gobierno, existen hermetismo, especulaciones y solo esperanzas.

Para muchos, el pacto ha sido un triunfo para la revolución comunista cubana y un gran fracaso para la democracia y las libertades. Ni siquiera el capitalismo se favorecería plenamente, puesto que las negociaciones económicas dentro de Cuba no serán “ganar – ganar”  tal como sucede en democracia – ya que el gobierno cubano estaría siempre presente en éstas para intervenir e “influir”. Por ello, me atrevo a asegurar, que no existirán garantías legales plenas para éstas probables inversiones en la isla.


Pienso que el lado oscuro de este pacto, es el de que se teme que la población cubana no será libre, como causa de éste. Existe una gran interrogante sobre cuando se produciría la vuelta a la democracia en esa nación. Se especula, con cierta razón, que los derechos del cubano seguirán siendo violados, la pluralidad política seguirá ausente, la justicia seguirá siendo negada, las elecciones transparentes seguirán siendo secuestradas y la felicidad del cubano se limitará quizás a tener más comida, algo de ropa para vestirse, y posiblemente se divierta con el acceso al Internet; pero seguirá oprimido tal como ahora. El cubano tendrá que esperar hasta otro nuevo pacto más humano y real. Lo económico seguirá siendo prioritario a la democracia, siempre por encima de los derechos humanos, las libertades y la justicia. ¡Qué lástima de pacto!

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