Todo
país tiene todo el derecho a globalizarse como la mayoría de los países
desarrollados y en crecimiento, dado que es el medio más expedito para
participar en oportunidades de negocios para el beneficio de sus pueblos. Esa
podría ser una respuesta correcta a la pregunta del escrito.
Cuba,
Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Siria; así como los demás países, enemigos
ideológicos del capitalismo pero muy amigos al hacer negocios y enriquecerse
mediante el uso de éste, tienen el derecho de buscar soluciones a sus problemas
económicos y sociales – que los tienen en demasía – con países de cualquier
región del mundo que esté de acuerdo y negocie con ellos.
A
lo que no tienen derecho estos países con gobiernos comunistas, extremistas y/o
totalitarios, es el de utilizar las diferencias ideológicas entre comunismo y
democracia o entre religiones; para azuzar, perseguir, crear o alimentar
conflictos políticos y bélicos en Latinoamérica a solicitud de los inadaptados
izquierdistas extremos de la región, bajo la influencia ideología del marxismo
leninismo o del terrorismo musulmán, u otro tipo de ideología ultra
nacionalista o totalitaria.
Sin
embargo, la pregunta se hace dada la frescura de la crisis política
desarrollada en Ucrania, donde el protagonismo de Rusia ha sido tan determinante
que nos hizo revivir por unos días los tiempos de la dictadura comunista en
Europa Oriental. Otros acontecimientos como los de Siria, Irán y Egipto, Libia y
Venezuela, donde Rusia y China han marcado
diferencia en sus posiciones políticas respecto a EE.UU y los países
occidentales; invitan a pensar que la guerra fría entre la democracia y el comunismo
al parecer está lejos de haber desaparecido. ¿Será que se inicia otra fase de
ésta guerra fría?
Precisamente,
los países bolivarianos del bloque del Alba (Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua
y Venezuela), juntamente a Argentina y Brasil, parecieran estar particularmente
interesados en acercarse a Rusia y a sus compinches, no solo para conversar
sobre economía y negocios; sino que podrían estar interesados en pactos
políticos, sociales y/o militares, dada la inminente guerra fría declarada por
éstos países latinoamericanos a los
EE.UU. Con una diferencia vital, esta vez los referidos países latinoamericanos podrían estar del lado de
Rusia, China y Corea del Norte.
La reciente oferta de Rusia a Bolivia de
ofrecerse para apoyarlos en el anunciado plan nuclear de ésta nación, la
invitación de la presidente de Argentina Cristina de Kirchner a Vladimir Putin, donde
posiblemente hablen sobre el petróleo y las Malvinas, y la reciente nueva línea
de crédito abierto a Venezuela; no son hechos aislados. Parecieran ser parte de
una conspiración contra los EE.UU. y sus aliados.
Aun
cuando algunos se ríen con cierto desdén cuando oyen hablar a otros de guerra
fría entre comunismo y democracia, en mi opinión, mientras existan naciones con
sistemas de gobierno tan incompatibles, siempre habrá guerra fría. Cuando la
caída del muro de Berlín, Rusia declaró al mundo la disolución de la URSS
(Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). No se disolvió al fracasado comunismo
de Stalin, porque aún sienten nostalgia por él, se lo congeló por un tiempo
hasta nuevas oportunidades para revivirlo.
Presidentes
como Cristina de Kirchner, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa, Raúl
Castro, y Nicolás Maduro son ideales para prestarse a acompañar a China y Rusia
en cualquier proyecto o aventura que perjudique y/o moleste a los EE.UU. y/o a
sus aliados europeos, por solo el placer de contradecir y enfrentar a las
naciones democráticas occidentales a las que tanto adversan.
Finalizada
la 2ª guerra mundial, Europa y el mundo desarrollado dieron la espalda al
comunismo. Esto debido a las aspiraciones de la URSS de obtener botines de la posguerra. Estas posiciones y los recientes acontecimientos totalitarios
mostrados por Rusia ante la crisis política
de Ucrania; son razones suficientes para aislar a Rusia del mundo
democrático. Ese aislamiento ruso, aunado a las medidas económicas impuestas
por los EE.UU. a los líderes de ese gobierno, pudieran motivar al presidente
Putin a vengarse de los EE.UU. alborotando a la región latinoamericana como
solo los dirigentes comunistas saben hacerlo.
Los
pueblos de Latinoamérica tienen el derecho a desarrollarse y crecer
económicamente. Para ello, necesitan vivir en paz y tener estabilidad política
con gobiernos democráticos, que les garanticen lograr estos viejos anhelos. Alianzas
maléficas forzadas, no contribuyen a esa paz.
En
democracia existen diferencias ideológicas entre partidos políticos de
izquierda, centro y derecha. No obstante estas diferencias ideológicas, tales
partidos políticos se encuentren enmarcadas dentro de reglas de juegos comunes
e inviolables, como lo son la defensa de los principios democráticos. La
ideología política de los partidos comunistas del mundo, se basa en el conocido
marxismo leninismo, el cual rechaza y combate los principios democráticos. Esta
realidad, dificulta en extremo la convivencia con el comunismo.
Es
posible que algunos de los lectores estén en desacuerdo con esta señal de
alarma que lanzo al aire, lo cual vengo haciendo desde hace varios años. Sin
embargo, ante el inminente acercamiento y coqueteo político de países
socialistas de la región latinoamericana con Rusia, China, Irán, Siria, Hamas,
Corea del Norte y Cuba; es difícil para cualquier latinoamericano demócrata, permanecer callado o abstenerme de comentar
algo que pudiera significar preocupante y negativo para Latinoamérica; como lo
son, su paz regional, sus economías y sus sistemas políticos democráticos.
Combatir
a los EE.UU. y al capitalismo como si se tratara de un enemigo al cual hay que
destruir, es en mi opinión un craso error, por no señalarlo como una gran
idiotez. Los EE.UU. necesitan tanto de
Latinoamérica, como esta necesita de los EE.UU. El hecho de que gobiernos
norteamericanos anteriores no hayan tratado esta relación con el debido respeto
e interés, no significa que debamos declararle la guerra fría a una nación tan
exitosa, trabajadora, emprendedora y defensora de las democracias en el mundo, como
los EE.UU.
Lo
queramos o no, somos vecinos de esa nación y geográficamente pertenecemos al
mismo continente, lo cual debemos entenderlo como una gran ventaja. Aunque
cultural y étnicamente tengamos diferencias importantes, el destino ha logrado
que tengamos algunas que otras interdependencias que nos unen. Si no hemos
sabido dialogar o exigirle a los EE.UU. un trato más justo y de igual a igual,
nunca será demasiado tarde para hacerlo.
Ni
China, ni Rusia, ni ninguno de sus países adláteres están en capacidad de
resolver nuestros problemas económicos, tecnológicos educacionales y sociales,
si eso es lo que buscan los promotores del socialismo y marxismo leninismo en
Latinoamérica. Tampoco están en capacidad de ayudarnos a industrializarnos ni a
desarrollarnos hasta la modernización. Quizás resuelvan los problemas
económicos urgentes de algunos países como Argentina y Venezuela, por la falta
de liquidez, ya que están en quiebra económica, y no precisamente por culpa de
los EE.UU.