Las relaciones entre los
políticos venezolanos opositores a la dictadura socialista, que se nos ha
impuesto, y se pretende perpetuar en Venezuela el tiempo; son críticas,
inestables, con intereses políticos diferentes, con diversos niveles
intelectuales, con diversos niveles de aceptación, con diferentes niveles de
responsabilidades, con diversos niveles de patriotismo, etc. No es que sea
enemigo de los políticos venezolanos opositores, al contrario, aplaudo y
defiendo sus esfuerzos y entregas, en lucha por la democracia, las libertades y
la justicia.
Esas divisiones que detallo
arriba, son mi percepción de lo que he visto durante estos 18 años del chavismo
en Venezuela, en los que he visto la actuación inconsistente, de los líderes políticos
que hemos tenido, en la lucha contra el barbarismo chavista. En política, según
entiendo, debe haber pluralismo, respecto a los diversos modelos sociales,
económicos y culturales de hacer política para beneficio del país. Eso sí, dentro de las reglas de juego
democráticas que, las mayorías defendemos en Venezuela.
Sin embargo, algunos de los
políticos confunden diversidad ideológica, con anarquía política. Da la
impresión, que la política en las naciones latinoamericanas, tuvieran un patrón
único de conducta, según el cual todo líder político, aspira a tener su propio
partido político; diseñado y estructurado a su libre albedrio y semejanza con
su personalidad y gustos.
Cuando en la naciones más
poderosas y exitosas, se conforman con tener solo 2, 3, 4, o 5 partidos
políticos; en nuestros países los partidos se cuentan por docenas. Algunos
países como Venezuela, tenemos más de 50 partidos políticos, donde, una
estrambótica diversidad de tendencias ideológicas, como si se tratara de un
juego de niños, de poseer el mayor número de partidos políticos, para sentirnos
realizados por tener creatividad extrema.
Esa proliferación de partidos
políticos democráticos, ha hecho, y sigue haciendo un gran daño al país. En el
caso de las dictaduras socialistas, sucede todo lo contrario. Su objetivo es la
de tener un solo partido político, que le permita al estado mayor del
secretariado de tal dictadura, tener el control político absoluta de esa
nación. Esta versión es peor aún que la anterior, puesto que limita el
pensamiento político del pueblo, encasillándolo a solo ´pensar en socialismo.
Es como si nos pusieran una camisa de fuerza.
Si la lucha interna de poder
político dentro de la oposición, al frente de la cual se encuentra la Mesa de
la Unidad Democrática, MUD., se ha atomizado tanto, al punto de que todos
quieren dirigir el movimiento a su manera; deberíamos sentarnos a reflexionar y
poner en orden nuestras ideas, para lograr la unidad absoluta, y estar en
condiciones políticas de tener éxito en esta importantísima y vital lucha,
necesaria para poder salvar a Venezuela del abismo al cual se dirige.
Además de esa lucha interna entre
demócratas, existe la lucha contra la tiranía que nos gobierna, cuyas culpas
son tan cuantiosas, estremecedoras y diversas, que jamás podrán pasar sin
castigo, por debajo de la mesa de negociación, puesto que además de
negligencia, dolo, corrupción, desidia, abuso de poder, despilfarro,
endeudamientos ilícitos, etc.; incluyen además: asesinatos, narco tráfico, y
otros tipos de crímenes que requerirán sanciones más severas, para los
culpables de tales atrocidades.
Una vez que salgamos de la
dictadura socialista actual, se requerirá de un gobierno de transición que
ponga las cosas en su sitio correcto. Este gobierno, además de aspirar a la
reconciliación y pacificación total del país, única manera de lograr que todos
empujemos en una sola dirección, en búsqueda del éxito social y el crecimiento
económico, que tanta falta hacen a Venezuela.
Paralelamente, se debe ir logrando la recuperación total de la democracia
y el funcionamiento correcto de las instituciones, es decir, la existencia del Estado
de Derecho.
Encaminado lo anterior, es
necesario poner en orden la actividad política, para lo cual será necesario
hacerle una reingeniería profunda a la ley que rige la actuación de los
partidos políticos, de manera tal que, en lugar de ser una amenaza permanente
para el país, se conviertan en aliados verdaderos de la democracia. Entre estos
cambios, pienso que será necesario, reducir el número de partidos políticos por
ley, a un nivel consensuado más objetivo y practico de administrar, que la
situación actual de anarquía, en que se conducen. Obviamente, se debe
reglamentar, la forma de financiamiento de los partidos políticos, la cual debe
ser más transparente y diáfana, que la actual, donde el estado y la empresa
privada deben ser parte de tal financiamiento.
Para dirigir a este gabinete de
un gobierno democrático de transición, se debe elegir a un venezolano, que
encaje perfectamente como presidente, en el cargo. Este personaje, en principio
debe ser todo lo contario al actual presidente Nicolás Maduro. Por otra parte,
se necesita que, tanto los partidos democráticos existentes, como los
salientes, le den su visto bueno y aprobación. Finalmente, se requiere la
aceptación tanto del pueblo, como de la sociedad venezolana en su total
expresión.
Como se trata de restablecer la
democracia, en Venezuela, ese presidente debe someterse a una votación primaria
por parte de los partidos políticos opositores, que acepten este procedimiento.
En mi opinión, no creo debería haber problemas en que se permita a un aspirante
independiente competir por la el elección a presidente de la república. De
hecho, en una encuesta arbitraria que tiene tiempo exhibiéndose en los medios
de comunicación del país, en la cual compiten algunos líderes de la MUD, se
incluyó a Lorenzo Mendoza, y éste, se ha mantenido en el primer lugar desde el
inicio de la misma, con tendencia a aumentar la diferencia, respecto a los
demás contendores, todos ellos políticos. Luego de ser electo por la MUD y el
pueblo, no debería tener rivales en la elección presidencial nacional, que el
régimen actual, tiene el deber de realizar en 2018.
En estos momentos, Venezuela
requiere de todas las ideas y sugerencias que nos lleven a lograr, una solución
viable para salir de la enorme crisis en que estamos sumidos. Lorenzo Mendoza
tiene educación universitaria, posee carisma personal, se ha mantenido a la
altura de las circunstancias, no obstante, los furibundos ataques que le ha
dirigido el régimen y su militancia. Ha mantenido a sus empresas produciendo,
no ha intentado irse del país, no se ha doblegado ante el poder del régimen,
recibió a Empresas Polar cuando tenía 30 años, y hoy a los 53 años, le ha dado a
Empresas Polar, un inmenso valor agregado, que se ha transformado en éxito económico,
colectivo y personal. Su sensibilidad social y humana supera en mucho a sus
propios éxitos profesionales y económicos.
Finalmente, habla mucho mejor inglés, que Nicolás Maduro, y
evidentemente, se llevaría mejor con Donald Trump, que éste. En fin, Lorenzo
Mendoza, a quién tengo entendido, preferiría seguir administrando sus empresas,
sería un digno y conveniente presidente, para las circunstancias actuales del
país, y Venezuela volvería a sonreír, como nunca antes lo ha hecho.