Donald Trump.
Empresario norteamericano de 70 años de edad, Donald
Trump, candidato a la presidencia por el partido político republicano de
EE.UU., polémico, anti político, auténtico, antipático, prepotente, cáustico,
indelicado, etc. Quizás, los líderes del partido republicano no imaginaban los
dolores de cabeza, que les causaría Donald Trump, cuando aceptaron que éste participara
por ese partido, en las elecciones presidenciales de EE.UU. Inició la campaña
presidencial prácticamente “pulverizando” a cada uno de los varios pre candidatos
a quienes se enfrentó.
En la medida en qué avanzaba la definición de la
candidatura del partido republicano, y se fueron conociendo sus diferentes
puntos de vista, sobre su plan de gobierno, los diferentes sectores a quienes
supuestamente ofendía, se fueron molestando y encendiendo las polémicas
declaraciones que hacía. Al mismo tiempo que perdía probables partidarios,
ganaba afectos a su campaña.
Se atribuye a Donald Trump el haber ofendido a los
mexicanos, al proponer un muro al sur de los EE.UU. para reducir la cantidad de
inmigrantes ilegales que ingresan diariamente a ese país. También ha dicho que
en esa masa de indocumentados se infiltran delincuentes y narcotraficantes, que
hacen daño a su país. Oro punto polémico es el de anunciar que revisará el
Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México y EE.UU., para lograr mejores
condiciones para los EE.UU. Las naciones de la OTAN deben pagar su
contribución. Se debe controlar la
inmigración de musulmanes. Si llego a ser presidente meteré en prisión a Hilary
Clinton.
Hilary Clinton.
A Hilary Clinton se le hizo más difícil ganar la
candidatura del partido democrático, aun cuando tuvo ciertas dificultades. El
pre candidato independiente Bernie Sanders a quien derroto en un final
apretado, resultó ser un ideólogo populista de izquierda que logro encantar a
los votantes jóvenes del partido demócrata con sus ideas y propuestas
populares, algunas de las cuales tuvo por obligación que incluir en su programa
de gobierno. Hilary Clinton empezó a debatir con Donald Trump, y empezaron a
salir aspectos negativos que incidían en su campaña a la presidencia, tales
como: los amoríos de su esposo con las mujeres, la fundación Clinton y los supuestos
beneficios económicos que engrosaban sus cuentas familiares y sus fallas como
secretaria de estado en varios casos delicados de seguridad nacional. No obstante, la mayor experiencia de Hilary
Clinton en política, le permitió empezar a superar su favoritismo sobre la
candidatura de Donald Trump, a tal punto que la mayoría de las encuestas la
daban como ganadora de la presidencia.
Repentinamente, surgió un evento que ha desatado
mucha polémica, y ha enturbiado aún más la inédita y enmarañada campaña
presidencial. Al punto de que Donald Trump ha empezado a remontar la diferencia
cercana a 10 puntos que llevaba por encima de éste último candidato. Se trata
de los correos de Hilary Clinton durante el tiempo que ésta fue Secretaria de
Estado. Por ser más fácil para ella, desechó el uso del correo oficial de su
despacho, para sustituirlo por un correo personal, en al cual guardaba tanto
los correos personales como los correos oficiales. Se dice que Hilary Clinton
borró miles de estos correos. Este asunto empezó a ser investigado por el FBI,
quién declaró públicamente que no existían fallas de seguridad que
comprometieran a la nación. Repentinamente, la aparición de nuevos correos no
revisados - publicados por terceros - encendieron las alarmas y el caso fue
reabierto, para desgracia de Hilary Clinton y su campaña.
En dos semanas, su favoritismo se fue reduciendo en
forma sostenida; y se podría afirmar que actualmente existe un empate técnico,
que en la semana que resta para las elecciones se pudiera reducir más. Es decir,
cuando se creía que ganaría las elecciones holgadamente, la situación actual
pareciera ser otra.
Discusión.
Según las diversas opiniones recogidas, estas
elecciones han sido calificadas como las más duras y polémicas de los EE.UU.,
donde los ataques personales han estado por encima de la dialéctica sobre los
programas de gobierno. Otro aspecto que llama la atención es el apoyo incondicional
de Barak Obama a Hilary Clinton. La participación de Obama a la campaña ha
sido más intensa de lo usual. Aun cuando la popularidad actual de éste está por
encima del 50%, no se puede ignorar el alto nivel de desempleo que existe en el
país, el cual está por encima de los dos dígitos. Tampoco se puede olvidar la
inmensa deuda externa e interna de los EE.UU., calificada por algunos de
impagable de no lograr un PIB más alto que los 3 puntos del actual y que éste
sea sostenido en el tiempo.
Hilary Clinton propone subir los impuestos, para recaudar
más dinero, y destinarlo a crear más empleos. Para algunos esta política,
pareciera ser la correcta, para otros es errada por razones de lógica. Si el gobierno se compromete a resolver el
problema del alto desempleo, lo lógico es que se comprometa al sector privado a
lograrlo, para lo cual sería necesario incentivarlo, en lugar de hostigarlo con
mayores impuestos. Según una explicación de ejecutivos de la campaña de Hilary
Clinton, éstos afirman que el sector a quien le subirían los impuestos es de
solo un porcentaje mínimo de un dígito del total del empresariado
norteamericano. Quizás esto explique el mote de socialista que algunos le han
tribuido al gobierno de Barak Obama.
Al contrario, Donald Trump utilizaría una política
totalmente contraria a la de Hilary Clinton. Bajaría los impuestos a niveles moderados, que
permita incentivar a los inversionistas para que inviertan más en el país,
desarrollen más puestos de trabajo, se produzca mayor actividad económica y se
logre aumentar el PIB a niveles mucho mayores de los actuales. Una vez logrado,
el pago de la deuda se haría más fácil y menos traumático.
Este punto es tan importante para los EE.UU., que
sobre pasa con creces a las diferentes críticas que se le atribuyen a Donald
Trump por su temperamento, su falta de experiencia en política, su indelicadeza
al tratar algunos asuntos de la vida cotidiana. La institucionalidad en los de
EE.UU. está tan comprobada, que Donald Trump aun cuando lo quisiera, no podría actuar
como la gana. El sistema de gobierno de los EE.UU. no es presidencialista,
puesto que tiene muchas instituciones que los controlarían, más allá de sus
propias iniciativas personales.
Conclusiones.
Sin duda, que las elecciones a desarrollarse la próxima
semana, serán para escoger al menos malo de los candidatos. El porcentaje de
aprobación por el pueblo norteamericano, según las encuestas de ambos
candidatos son mínimas y el rechazo es máximo. Ambos tienen mayor cantidad de
defectos y fallas, que virtudes y fortalezas que mostrar. Me atrevo a afirmar,
que el pueblo norteamericano pide a gritos un cambio de gobierno, que resuelva
la pérdida de credibilidad, y de poder político y económico de los EE.UU. Como venezolano, con un pañuelo en las
narices, prefiero que gane Donald Trump, a pesar de los miedos que ocasiona. Lo
último que deseo ver, es a EE.UU. convertido en socialista.