El
mundo, conoce la actual situación de crisis extrema que vivimos los
venezolanos. Muchos, se han preguntado y otros siguen preguntándose: ¿cómo es
posible que un país tan rico en recursos naturales, con una ubicación
geográfica tan estratégica y ventajosa; se encuentre en tan lamentable
situación actual? He intentado explicármelo y entenderlo a cabalidad, lo cual
no parece tan evidente haberlo lograrlo. El siguiente escrito solo pretende
exponer algunos factores que considero se sumaron en el tiempo para llegar lamentablemente
a ésta crisis. Ofrezco al amigo lector, una lista de estos factores, a objeto
de abrir un debate a manera de incentivar a historiadores, políticos, pensadores y analistas que de alguna forma,
ayuden a contribuir a entender este fenómeno, para en el futuro se apliquen los
correctivos necesarios, a objeto de que lo actual, jamás se vuelva a repetir. A
saber:
1) Desde la guerra de independencia,
Venezuela ha intentado establecerse como una república organizada, moderna y
democrática en lo: político, económico, territorial, social, cultural y moral; lo
cual no ha sido posible en el tiempo. Como resultado de tantos intentos, hemos
logrado una República marcadamente presidencialista, con vulnerabilidad en su
democracia e independencia de los poderes del Estado; los cuales en su
totalidad, presentan debilidades que han impedido un rol preponderante y
eficiente de éstos, que beneficie al país.
2) Las diferentes versiones de la constitución
de la republica, jamás han llegado a ser escritas con profundidad, honestidad y
claridad absolutas, que garanticen los derechos y deberes de todos los
venezolanos por igual. Tampoco se ha garantizado claramente la inviolabilidad
de la misma, la cual es abusada constantemente por algunos gobernantes de
turno, sin que estas violaciones trasciendan más allá de las denuncias.
3) Las leyes que rigen la actividad
política, jamás han sido lo suficientemente claras y eficientes, como para lograr
una mayor calidad y moralidad en el ejercicio de esta actividad tan vital para
los países democráticos. Dada esa deficiencia, nuestros partidos políticos son
tan numerosos, mediocres e ineficientes en el cumplimiento de sus roles.
4) Tuvimos la gran fortuna de disfrutar
y aprovechar inteligentemente el “boom” petrolero, desde el inicio del siglo
XX, para sacar al país de la pobreza y “sembrar el petróleo”, tal como lo
promovieron venezolanos de gran visión, con el objeto de diversificar nuestra
mono productiva economía, hacia la diversificación de ésta. Esto, a pesar de
ser ofrecido, jamás se hizo por falta de voluntad política y de liderazgo
idóneo.
5) Las omisiones y fallas enunciadas
arriba, nos llevaron al hecho de que, las izquierdas radicales como la
comunista, etc., lograran el triunfo político que desde hacía décadas venían
amenazando a Venezuela.
6) Durante 16 años, la revolución
chavista, conocida con el modelo socialista del siglo XXI, se encargó de
destruir lo mucho que se había logrado
en democracia e institucionalidad, desde 1958 hasta 1998. La susodicha
revolución, declaró la guerra a: los EE.UU., al capitalismo (sistema económico
de libre mercado) a empresas representantes de la inversión privada dentro de
Venezuela (Fedecámaras), al sindicalismo democrático existente (CTV), a la
educación privada, a la iglesia católica, a la oligarquía, a la clase media, a
los partidos políticos del status anterior (Acción Democrática y Copey), etc.
REFLEXIONES
Para
la mayoría de los venezolanos, no existen dudas de que el gobierno actual de
Venezuela es el culpable de esta grave situación, lo cual no ha reconocido ni
pretende reconocer. Por el contrario, el gobierno actual culpa a la baja del
precio del petróleo y a la guerra económica (supuestamente liderada por
Fedecámaras y la oposición política), como los verdaderos culpables del
desastre económico, social y moral existente.
Pereciera
insólito, que el gobierno cubano esté negociando con el gobierno norteamericano
y la unión europea, una apertura de Cuba
hacia el sistema económico de libre mercado; mientras que el gobierno de
Venezuela, insiste en continuar profundizando en el sistema económico
estatistas o socialista y siga aferrado a la idea de sostener la guerra
ideológica y económica contra los EE.UU. y los bancos mundiales occidentales y
otros tantos enemigos.
Los
pronósticos sobre Venezuela, provenientes de expertos en economía, que leemos a
diario, indican que de no hacerse algo radical con urgencia, la situación
empeorará y se podría convertir en una gran crisis humanitaria, de proporciones
impredecibles en cuanto a su efecto en la población. Ya se muere gente de
hambre en Venezuela. La cesta básica alimentaria está alrededor de los 150 mil
bolívares; mientras la capacidad adquisitiva promedio del venezolano está muy
por debajo de esa cifra.
El
presidente de Venezuela y los jerarcas políticos del gobierno siguen sordos
ante el reclamo generalizado de acciones hacia la apertura al mercado de libre
comercio, que permita la instalación urgente de industrias privadas, para la
generación de alimentos y de productos de primera necesidad que suplan con
urgencia a los productos que actualmente se importan, como una de las medidas
urgentes que requiere el país.
El
gobierno de Venezuela debe dejar de ser un inversor nato y dedicarse mayormente
a gobernar, facilitar e impulsar y regular la economía del país, para lograr el
crecimiento económico que necesita Venezuela con urgencia. Es imprescindible y
necesario que se privaticen aquellas empresas del estado que den pérdidas
económicas significativas, a manera de hacerlas más eficientes y productivas;
muy necesario para la generación de impuestos sobre la renta, a objeto de que
este sea el principal medio de generación de ingresos de dinero para el estado
venezolano.
Las
inmensas inversiones que necesita el área petrolera del país, deben ser hechas
por empresas privadas y/o por empresas mixtas, donde el gobierno tenga una
mínima participación en éstas, que principalmente permita el control y
seguimiento de las actividades petroleras en el país. Es irracional, que el
país pretenda ser el principal protagonistas en el desarrollo del petróleo, que
como sabemos es una actividad llena de riesgos, incertidumbres y sorpresas con costos irreversibles, que
ningún gobierno debería correr. Con los
pagos por regalías e impuestos, es de suponerse que los ingresos de Venezuela
pudieran ser razonables y suficientes. Siendo que la producción de petróleo de
Venezuela ha mermado esencialmente, al punto de tener que importar gasolinas y
petróleos livianos para suplir nuestros propios consumos; es lógico dar
prioridad al aumento de la producción de petróleo hasta niveles mínimos que nos
impidan depender de las importaciones de petróleo y/o sub productos de éste.
Medidas
como las anteriores, permitirían que el aparato burocrático del gobierno,
actualmente de un tamaño descomunal (32 ministerios y cercano a 4 millones de
empleados, así como un numero insólito de miles de empresas del estado) puedan
reducirse a niveles y tamaños sensatos,
adecuados al tamaño de la nación venezolana de 30 millones de
habitantes.
El
Papa Francisco acaba de hacernos un llamado a los venezolanos a la reflexión y
al dialogo. La Mesa de La Unidad Democrática (MUD); así como la gran mayoría
del pueblo de Venezuela, ha dictaminado que el gobierno actual fracasó, y
demostró su incapacidad para continuar dirigiendo los destinos de Venezuela. En
consecuencia, está acordado que el presidente debe renunciar o ser removido para elegir a otro
gobierno capaz y eficiente que resuelva nuestra actual situación en el corto,
mediano y largo plazo. Esperar a que este gobierno concluya legalmente su
mandato en 2019, sería condenar a Venezuela
a su total destrucción y además, alimentar las expectativas de una
hambruna nacional, que no debemos permitir.
De
darse una negociación, gobierno/oposición, según mi opinión, ésta debería
basarse en premisas, realidades y hechos tangibles a la vista no negociables. En
consecuencia, quién debería ceder mayormente debería ser el gobierno actual,
principal culpable y promotor de la crisis venezolana.