Da
pena y tristeza, ver a personas jubiladas de la industria del petróleo y de
otras instituciones, que tengan que salir a las calles - algunos con bastones y otros en sillas de ruedas
– reclamarle al gobierno el cumplimiento de sus obligaciones legales,
contractuales y humanas de garantizarles sus pensiones y políticas de aumento según
fue establecido durante la época en que estos jubilados fueron jóvenes
trabajadores, orgullosos de sus respectivas áreas para las que trabajaron. En
esta lista que lucha con grandes dificultades y desigualdades por nuestras
reivindicaciones económicas justas, los trabajadores petroleros no estamos
solos, puesto que la gran mayoría de las asociaciones de jubilados en las otras
áreas de la actividad productiva venezolana se vive la misma situación de
pensiones insuficientes que rayan en lo inhumano y ridículo.
El
propósito es que cada jubilado común tenga una pensión suficiente que le
permita vivir decentemente sin grandes privaciones económicas; disfrutando de
sus hijos, nietos y biznietos. Que le permita darse un viajecito por Venezuela
y disfrutar de nuestras bellezas naturales. Deleitarse a plenitud practicando su
distracción favorita (domino, bolas criollas, cartas, boliche, golf, cocina, etc.)….
Al fin y al cabo, durante nuestra vida inicial; le hemos dedicado mucho tiempo,
esfuerzos y recursos económicos a educarnos, prepararnos, sacrificarnos y
trabajar duramente, para satisfacer todos esos sueños comunes en nosotros.
Nuestro
país fue políticamente tomado; originalmente por engaño, luego por el
totalitarismo y finalmente por el militarismo. No es culpa de la Asociación de Jubilados de la Industria del
Petróleo (AJIP), ni de los jubilados quienes por iniciativa propia (chavistas u
opositores) se han dedicado a reclamar nuestros derechos; por haber llegado a esta triste situación de
no disponer mensualmente de suficientes recursos para comer y vestirnos. Peor
aún, no se nos permite tener representantes en la administración de nuestro
fondo de ahorros en dólares y ni siquiera se nos informa sobre los rendimientos
económicos anuales que éste genera.
He
venido insistiendo en que el problema global y fundamental de Venezuela es
político. Las debacles económicas son consecuencia de las malas políticas
públicas y macro económicas tomadas erróneamente, por este gobierno desde 1999.
Algunas veces con saña; como esa de apoderarse, politizar y utilizar a PDVSA
para hacer política nacional e internacional, y así afianzarse indefinidamente
en el poder. Sin duda alguna, nuestro gran drama, es consecuencia directa de
esas nefastas políticas “socialistas” que vivimos hoy día.
Lo
que este gobierno ha venido haciendo periódicamente con los jubilados
petroleros, es aflojarles un poco la cuerda al cuello, para que ésta no apriete tanto y no
nos estrangule. Los líderes políticos y sindicalistas de la revolución chavista,
saben perfectamente lo que hacen en el manejo perverso de la Industria
petrolera, de la cual fuimos parte y que contribuimos gallarda y honrosamente a
enaltecerla.
Ese
último supuesto aumento a recibir pronto, el cual para algunos de nosotros es una generosidad
del régimen y del sindicato petrolero que nos representa, no es más que otra
dadiva engañosa, para que nos tranquilicemos e impidamos que tales reclamos
justos y legales, no se conviertan en un gran movimiento y escándalo nacional e
internacional, que perturbe la “generosa” campaña pre electoral que ya ha
emprendido el gobierno con miras a las elecciones legislativas del próximo mes Diciembre
de 2015.
Si
el jubilado petrolero desea reconciliarse y superar las diferencias existentes
entre nosotros, debería empezar por aceptar la realidad y conocer la verdadera causa
de nuestro gran drama. Son loables y encomiables los mensajes conciliadores de
muchos de nuestros destacados y dignos miembros; de llamar a la sensatez,
moderar el lenguaje y lograr la unidad, los cuales comparto respetuosamente.
Pero eso sí, hablemos claro y con la verdad por delante, requisito
indispensable para lograrlo.