Si
amigo lector así como lo lee. Ese mismo modelo calificado de capitalismo
salvaje que el chavismo derrotó electoralmente en 1998. El mismo que criticó,
difamó, demonizó, y pretendió desaparecer de la faz del mundo; se les revierte
precisamente en sus propias narices, y es el modelo económico que la lógica y
la sensatez indican que necesita imponer Venezuela para sacar al país de las
crisis en que se encuentra, visto el inmenso desastre que el chavismo hizo con
nuestra economía.
La
puesta en práctica fallida del modelo económico socialista o estatista, impuesto
por el régimen de gobierno chavista durante estos últimos 15 años nos ayudó a
abrir los ojos y a disipar las dudas que se tenían sobre qué modelo económico
convenía más a la Venezuela próspera, humana, pujante, desarrollada, justa y
moderna que los venezolanos queremos ver algún día en el futuro.
Quizás
este no sea un asunto tan científico ni tan importante como para dejárselo solo
a los políticos y/o a los economistas. O al revés. Es tan importante y tan
vital para nuestra economía, que todos los venezolanos tenemos el derecho a
opinar y a dar soluciones, aun cuando estas sean polémicas y/o ignoradas.
Lo
cierto, es que el Chavismo administró a Venezuela, durante estos últimos 15
años, con populismo exacerbado y financiamiento único del petróleo, con
extravagante compra de conciencias, como única forma de ganar afectos y apoyo a
sus políticas absurdas, que garantizasen una larga estadía en el poder,
pensando que el petróleo es fácil y barato de producir.
Como
se declararon marxistas leninistas, la emprendieron entonces con el sector
privado y el aparato productivo instalado por décadas en el país. Empezaron
mediante decretos, a expropiar y a propiciar el quiebré de empresas privadas que
generaban los insumos, los alimentos y los servicios de primera necesidad de
los venezolanos, hasta que llegó el momento en que la producción nacional se
vino abajo y el petróleo empezó a escasear. Ahora dependemos de la importación
para: comer, poseer un vehículo, vestirnos, comunicarnos y proveernos de los
útiles y enseres del hogar, etc.
Dado
que algunos ciudadanos han acusado a la oposición de no tener una propuesta
electoral visible a la vista, para que el pueblo venezolano compare y juzgue
con base y visión de futuro hacia dónde dirigir al país, luego de este fracaso
estrepitoso del socialismo (marxismo leninismo) representado en un populismo
sumamente dañino para la nación; me he tomado la libertad de alertar a la Mesa
de la Unidad Democrática, sobre la necesidad urgente de crear un proyecto de
gobierno neo-liberal, totalmente opuesto al que representa este régimen; como
vía alterna para intentar salvar a Venezuela, de una costosísima recesión
económica, a punto de estallar. La MUD debe dejar el miedo y las indefiniciones
y actuar de frente.
Tal
como lo hizo en su campaña electoral el candidato presidencial por el partido
de la Social Democracia Brasileña, Aécio Neves, es necesario hablar claro al
pueblo, sin tapujos y sin complejos, aun cuando algunos dentro de la MUD se
sientan desorientados por sus ideologías políticas partidistas contrarias al
modelo económico neo—liberal; en la necesidad suprema de cambiar 180º de rumbo
como única opción para salvar al país.
Es
preciso aclarar que un modelo económico neo-liberal bien concebido y aplicado, no
está necesariamente reñido con las políticas sociales necesarias para asistir a
las poblaciones más pobres del país. Por el contrario de lograrse los éxitos previstos,
el desarrollo económico a obtener será tan suficiente, que permitirá que proyectos
rentables de ayuda social, diferentes a las dadivas y extravagantes subsidios
que da el régimen, se realicen y
perduren en el tiempo, aportando mayores y mejores beneficios sociales al
pueblo.
Aun
cuando no está planteada de inmediato una elección presidencial en Venezuela,
debe existir una alternativa de gobierno opositora; seria, sobria, viable, bien
estructurada y madurada, exenta de demagogia y populismo. Esto, a objeto de que
el pueblo compare y obtenga sus propias conclusiones, sobre su opinión y
decisión en el momento en que sea necesario.