Tiempo de mártires
Guillermo A. Zurga, viernes 3 de septiembre de 2010.
Un mártir es una persona quien sacrifica su vida por una causa justa, un principio, un ideal, o un derecho, que por muchas razones, se le niega o arrebata. Podría decirse, que Franklin Brito es un mártir, ya que dio su vida por intentar recuperar sus tierras y sus bienes, que le fueron birlados injustamente a la fuerza y con triquiñuelas, por un gobierno terrorista, bajo la falsa acusación de que estas tierras estaban ociosas.
Para ser un mártir se necesita determinación, valentía, firmeza, espíritu de sacrificio, creencia, voluntad, amor profundo por las cosas en las que crees, y sobre todo, gran dignidad y autoestima por tu persona. Los mártires son personas extraordinarias que están dispuestas a realizar cualquier acto de sacrificio, para obtener el respeto a su persona y a sus creencias. Los mártires abundan cuando las fuerzas opresoras pierden el control, el sentido de justicia y la responsabilidad que debe privar en todo gobernante que se considere justo.
Un mártir no es un vulgar suicida, ni un exhibicionista, ni un loco. Un mártir desea vivir tanto como cualquier ser humano. La diferencia entre un mártir y una persona común, está en la gran fortaleza de sus creencias y en la enorme convicción por sus causas, a las cuales el mártir les da gran importancia y sentido; mientras que en el ser humano común, estas fortalezas son menos intensas o importantes. En algunos seres humanos estas fortalezas son inexistentes y hasta se convierten en debilidades, ya que pareciera que solo nos importa vivir por vivir.
En Venezuela se ha hecho costumbre, que el gobierno, a nombre de una siniestra organización gubernamental llamada INTI, se apodere por maldad o represalias, de tierras, cultivos y bienes de personas que disienten políticamente del gobierno, con el pretexto de que estas tierras son robadas, no están cultivadas, los documentos de propiedad no están rigurosamente al día, o simplemente, son atractivas para los jerarcas del chavismo, para fines oscuros de asignarlas a partidarios de la revolución, para una supuesta mejor explotación de éstas, que curiosamente, en ningún caso se produce.
Algunos pocos agraviados han tenido la oportunidad de negociar algún tipo económico de arreglo con el gobierno y no han salido tan maltratados. Otros menos afortunados, y los más perjudicados, lo han perdido prácticamente todo, sin derecho a ningún reclamo. Esta práctica se ha ido extendiendo a otras actividades de la vida cotidiana venezolana, como la bancaria, las industrias, los comercios y los medios de comunicación, que por alguna u otras razones son señaladas por el gobierno como objetivos políticos, y mediante triquiñuelas, las acusan de estar insolventes o las inducen y/o vulneran a que presenten algún tipo de fallas para sacarlas del mercado y apoderarse de ellas, violando las leyes de la república, transgrediendo los derechos de sus propietarios, y sin compensación económica alguna, se apoderan de ellas.
Dado que estas políticas forajidas y macabras del gobierno, en lugar de desaparecer se intensifican con el tiempo, y tales políticas, aunadas a otros tipos de opresión y atropellos anti democráticos, van desatando una inmensa estela de insatisfacción y protestas en la ciudadanía, es de esperarse, que los mártires sigan apareciendo e inmolándose a nombre de sus respectivas causas, las que al final son las mismas de todos los venezolanos. Fin.