lunes, febrero 10, 2014

Deslastrarnos del socialismo

En los últimos 15 años, Venezuela sufrió un proceso de nacionalizaciones innecesarias y expropiaciones irracionales de empresas y actividades del sector privado, que funcionaban  exitosamente. Como resultado, de éstas políticas erradas de estatización de la economía, muchas de estas empresas hoy día han desaparecido, o las han convertido en cooperativas ineficientes, o están fuera de servicio, o funcionan parcialmente con reducción alarmante en su producción; afectando la producción nacional. Tal situación, ha obligado al gobierno a importar alimentos y artículos de primera necesidad, que antes se producían con suficiencia en el país, para abastecer a la población. En la actualidad existe escasez y des abastecimiento.
 
Ante el hecho irrefutable de: la merma en la producción de petróleo, el endeudamiento atroz de PDVSA y de la nación, el despilfarro y la corrupción, la reducción drástica de las reservas financieras, la merma significativa del aparato productivo del país (se importa más del 80% de lo que consumimos), la reducción del poder adquisitivo del venezolano, el subsidio exagerado de gran parte de los servicios públicos, el alto desempleo, el crecimiento exorbitante de la inflación, la devaluación atroz del bolívar, la escasez de dólares, entre otras causas; la nación se encuentra sin soluciones efectivas a la vista que nos impiden visualizar pronta solución a tan grave situación de indefensión financiera, próxima a una enorme recesión. Esta situación económica desastrosa, es la prueba fehaciente del fracaso del gobierno venezolano en la utilización del socialismo del siglo XXI como modelo de desarrollo de nuestra economía.
   
El socialismo ya tuvo su oportunidad en Venezuela, y la desperdició. Esa experiencia ha sido nefasta y muy costosa para los venezolanos. Es hora de salvar a Venezuela con políticas económicas modernas, sensatas y viables.  No existe manera de convencer al venezolano sobre las bondades de un socialismo que nos está llevando a la ruina. La ley de precios justos no resolverá esta situación. Al contrario, la empeorará y muchas buenas empresas se retirarán del país. Si el gobierno no quiere reconocer esta situación real, la cual refleja claramente su derrota en la administración de Venezuela, allá ellos con su conciencia. No obstante, son los que la han generado y deberán responsabilizarse ante el pueblo por las consecuencias de sus errores.

Me atrevo a asegurar, que los venezolanos adversamos al socialismo comunista y preferimos un modelo de desarrollo económico  globalizado, abierto, de libre mercado, el cual ofrece mejores oportunidades para la nación. Seguiremos en la lucha por erradicar al marxismo leninismo de nuestro territorio, para recuperar y mejorar: la democracia perdida, la justicia ciega, la decencia en nuestra sociedad, el derecho a la vida,  nuestros valores humanos tradicionales, la libertad de expresión, el respeto a las minorías, los sueños perdidos, la siembra real del petróleo, el desarrollo económico integral de Venezuela, la libre y justa competencia, la ilusión de triunfar.


Los factores de la oposición tendremos que dilucidar la forma de salir de un gobierno que recién empieza otro periodo de de 6 años de gestión, para completar 19 años, el cual ha empeorado la crisis que venimos sufriendo desde hace años; y nos amenaza con profundizar en el socialismo a pesar de lo desastroso que ha resultado este modelo económico para Venezuela.   

miércoles, febrero 05, 2014

Locura en la presidencia

El venezolano que sigue los discursos del presidente de la república con la esperanza de informarse sobre acciones positivas en pro de la solución a la grave crisis económica del país, se queda perplejo ante las declaraciones absurdas, que rayan en la locura, de amenazar con nuevas expropiaciones, como represión a empresas que por alguna razón no satisfagan las reglas de juego que pretende imponer el gobierno para solventar la referida crisis que vive toda Venezuela.

Aún cuando es evidente que estas declaraciones de ira, machismo y prepotencia, no ayudan en nada a la solución de la crisis, una cosa si es cierta; van dirigidas a las turbas y al pueblo que apoya al régimen, quizás para darles a entender que la culpa de lo que ocurre no es del gobierno, sino de los empresarios y comerciantes especuladores. Eso señor presidente, es una salida peligrosa,  mal intencionada, insana y mediocre qué usted le intenta dar a una crisis, la cual al parecer se escapó del  control del gobierno.

Usted, en lugar de intentar conciliar con el capital privado interno, lo ataca con crueldad y alevosía, porque no se puede sacar el chip que le insertaron los cubanos en el cerebro, de que el enemigo de Venezuela es el capitalismo. Usted abusa de su poder, cuando culpa a todo el empresariado de especuladores, cuando sabe perfectamente que los que adulteran y contrabandean son un grupo  minúsculo de mafias y delincuentes a quienes seguramente la guardia nacional tiene identificados, pero por alguna razón no se atreve a denunciarlos por sus nombres y apellidos.

Usted señor presidente no desea ni puede resolver la crisis económica del país. Sus declaraciones y actos están orientados a seguir los lineamientos que les da el partido comunista de Venezuela, quién a su vez los recibe de Cuba, cuyo propósito real es el de profundizar en el socialismo. Usted mismo lo ha expresado reiterada y públicamente. Soy socialista y seguiré siendo socialista, son palabras que he escuchado que usted las ha pronunciado. Cualquier buen entendedor percibe el verdadero trasfondo que está detrás de sus constantes declaraciones de odio y perversidad contra los comerciantes y empresarios venezolanos, incluida la oposición.

Si su gobierno no puede resolver la crisis, acéptelo y reconozcalo. Mandatarios en otras partes del mundo lo han hecho y han llamado a conformar un nuevo gobierno de unidad nacional para trabajar hombro a hombro a objeto de solventar la crisis entre todos los ciudadanos del país. Otra solución honrosa para usted, sería renunciar a la presidencia de la república y llamar a nuevas elecciones, para elegir un nuevo gobierno que pueda hacerlo.


Si usted continúa con ese discurso disonante y agresivo, con el cual no arreglará nada, lo más probable es que factores importantes del país se cansen, se molesten y tomen acciones atrevidas y/o desesperadas, que nos lleven a confrontaciones indeseadas. Si eso es lo que desea su gobierno, siga adelante; pero después no la chille, ni lo lamente. Venezuela no está en época de elecciones que justifiquen el tipo de discurso distorsionado que usted dirige a la nación y al mundo. Recapacite presidente, Venezuela necesita de ayuda financiera y esta es muy huidiza.

lunes, febrero 03, 2014

El balance

A propósito de la noticia de que el chavismo celebra los 15 años de la revolución bolivariana marxista leninista que impera en Venezuela desde 1999, me parece oportuno sacar al debate el tema de “el balance” de esta revolución, para su correspondiente evaluación y conclusiones.

Dado que el liderazgo chavista tiene el descaro y cinismo de celebrar una revolución desastrosa que ha destruido a Venezuela, reflejado en la mayoría de sus indicadores económicos y aspectos básicos de la nación; cuando por el contrario, deberían estar avergonzados de sus actos, e intentar rectificaciones necesarias para salvar a Venezuela de caer en el abismo;  se les ocurre esta ridícula celebración. Es menester que toda Venezuela, incluyendo al chavismo, conozcan la verdad de lo que ha pasado y los resultados reales que han producido por efectos de su revolución.

En tal sentido, hago un llamado a historiadores, escritores, sociólogos, politólogos, periodistas y demás venezolanos sensatos que amen a Venezuela; que se sientan obligados a informar la verdad al venezolano de lo sucedido. Que tomen la iniciativa de plasmar en informes, libros, proyectos, investigaciones; que reflejen en forma imparcial y profesional el balance real de esta revolución.
 
Quizás algunos piensen que es mejor esperar a que cambiemos de gobierno, para llevar a cabo este balance, lo cual tiene sentido y sería en cierta forma lo correcto, puesto que gran parte de la información a utilizar para ejecutar tal balance, la administra y la expide el propio gobierno, razón por la que realizar un balance ahora sin información suficiente para completarlo, nos daría resultados imprecisos e incompletos.

Por ahora me limitaré a sacar el tema a colación e intentar dar mi mejor opinión en lo que considero un balance parcial cualitativo y conceptual de estos 15 años que percibo como venezolano, que calificaría de impreciso e incompleto, pero valido para el debate político.

En economía, el balance no podría ser más negativo, en comparación a la inmensa cantidad de recursos económicos que ha administrado el gobierno durante este período de 15 años. Se han dilapidado alrededor de un billón de dólares, a un promedio cercano a los 60 mil millones de dólares anuales, cantidad ésta jamás percibida ni administrada por ningún otro gobierno anterior.

Con esta inmensa cantidad de ingresos anuales, Venezuela no tendría escasez de dólares para comprar alimentos, ni preocupaciones para el pago del servicio a la monstruosa deuda adquirida innecesariamente, si estos recursos hubiesen sido administrados correcta y responsablemente.

Utilizar nuestros inmensos recursos para financiar una revolución continental marxista leninista no tiene el perdón de Dios ni de los venezolanos honestos y trabajadores que deseen progresar y alcanzar niveles de calidad de vida decentes. Ha sido un horrible crimen de lesa humanidad.

Hoy día la deuda interna y externa es tan alta que las próximas generaciones de venezolanos de la  Venezuela  del futuro, tendrán que sacrificar recursos en honrarla y pasar privaciones y dificultades personales que no han tenido que pasar, si esta revolución no hubiese existido.

No existe renglón alguno donde se pueda justificar tal malversación y desperdicio de recursos económicos y humanos como los obtenidos en estos 15 años. La calidad de la educación es peor que la de antes, salvo el hecho de que se imparte a un número algo mayor de venezolanos, lo cual no es como para enorgullecerse, por el atraso que esto significa en la pérdida de calidad como nación, cuando ésta ha podido preservarse y/o mejorarse, nunca retroceder.

La salud en estos 15 años ha mermado escandalosamente, a pesar del programa. Cubano de atención en los barrios. La atención de la salud en el sector público hospitalario es de terror. La misma se centralizó y no ha habido evolución en la construcción de más hospitales y clínicas públicas para atender necesidades de población en ciudades y pueblos. El pueblo ha tenido que acudir a las clínicas privadas por las severas limitaciones que tiene el servicio público de salud.

Ni hablar de los servicios públicos de electricidad, agua, transporte, electricidad y telefonía. En todos ellos existen grandes deficiencias; y aún cuando el costo de los servicios es solidario, la calidad de éstos está cada vez peor e insuficiente.

Las empresas básicas del Estado venezolano tales como las de energía y minería, han sido sometidas a una destrucción masiva criminal e inexplicable. En cualquiera de estas industrias: aluminio, carbón, cobre,  bauxita, gas, hierro, oro y petróleo, entre otros renglones menores; la producción la cual antes era floreciente y creciente, hoy día va en plena declinación.

En producción de materiales de construcción, Venezuela ha retrocedido dramáticamente, puesto que no se producen cantidades suficientes de: bloques, cabillas, cal, cemento, cerámicas, clavos, madera, pintura, etc., que antes solíamos producir en exceso. En muchos casos exportábamos.

El deterioro económico, físico, productivo, social, educativo, en salud, en valores, en infraestructura física y vial es tan extremo; que pareciera que Venezuela ha sido castigada cruelmente por un gobierno, cuyo objetivo principal no ha sido el de mejorarla. Existe la tesis de  que la única forma viable de imponer el marxismo leninismo en el país es destruirla, para crear la dependencia de la sociedad civil del gobierno, para así dominarla y controlarla de por vida.

Hoy día entiendo perfectamente el calificativo de “Isla de la felicidad y la fantasía” que Hugo Chávez atribuía a Cuba. Con esto anunciaba, el propósito principal del gobierno de llevarnos a ese mismo estado en que se encuentra la nación de Cuba, con 50 y tantos años secuestrada, maltratada y maniatada por la ideología comunista de los hermanos Castro, quienes no terminan de darle su libertad. Sería interesante que alguien hiciera un balance integral de la dictadura cubana durante estos 50 y tantos años de dictadura comunista.

El único renglón donde la revolución chavista pudiera exhibir un logro por todo lo alto, sería el de la evolución y mejoras sustanciales de las economías individuales y privadas de los miembros de mayor nivel del gobierno, de líderes políticos de la revolución y sus amigotes, quienes gracias a esta robolusión han logrado amasar fortunas jamás soñadas por éstos, ni por sus familiares.

Es cierto que muchos venezolanos han recibido, como dicen ellos, su gotita de petróleo en salud, educación, alimentación, transporte, vivienda, deportes, y donaciones domésticas en general, que les han alegrado momentáneamente la vida. Han pasado por alto, que esa gotita de petróleo es el artificio de la compra de su conciencia para silenciarlos, encantarlos, adormecerlos y ganarlos a su proceso revolucionario, y obligarlos así, a que se abstraigan de las grandes cosas negativas que pasan en el país, para imponer el marxismo leninismo. No han caído en cuenta de los tontos útiles que han sido para el gobierno y su absurda revolución.

No han caído en cuenta que la pobreza ha aumentado escandalosamente en comparación al pasado, que la inflación sobrepasa los niveles jamás tenidos en Venezuela y en gran parte del mundo, tampoco se dan cuenta de la devaluación extrema de nuestra moneda, el bolívar.

Esos venezolanos que han recibido su gotita de petróleo con este gobierno revolucionario, ignoran o se hacen los desentendidos ante el nivel de inseguridad personal al que hemos llegado de 125 mil muertes por año, de 75 muertes violentas por cada 100 mil habitantes y el nivel de impunidad ante  crímenes violentos del 90%. No han percibido, la situación asquerosa e inhumana  en que viven  los presos comunes en cárceles venezolanas que son una vergüenza nacional.

Desde el punto de vista moral y en valores, el retroceso es aún mayor, puesto que reeducar al venezolano actual y el del futuro  en valores y educación ciudadana, tomará décadas, para levarlos a valores aceptables para que estos venezolanos puedan ser de mayor utilidad para el país, que el actual venezolano. Ese es un daño intangible incalculable que es aún más doloroso que el daño patrimonial y físico que ha sufrido la nación; puesto que se trata de sus reservas y valores morales,  intelectuales y culturales de su pueblo,  los que han sido cercenados casi de cuajo.

Este balance negativo de Venezuela como consecuencia de la revolución chavista, solo es comparable a las grandes tragedias mundiales, como la que sufrió Alemania por causa  de la segunda guerra mundial iniciada por el desquiciado nacionalista Adolf Hitler. La diferencia está en que el daño físico sufrido fue subsanado en gran parte por la ayuda recibida de los aliados quienes la destruyeron, tal como era de esperarse por ser un mal necesario. El daño moral todavía no ha sido superado en su totalidad.

Igual pudiera decirse de Japón, al declararle irresponsablemente la guerra a los EE.UU. Allí se destruyeron casi totalmente dos ciudades y otras sufrieron severos daños. La participación y ayuda recibida de los EE.UU. fue vital para su reconstrucción, la cual se hizo en tiempo récord de unos 15 años, luego de los cuales Japón emergió de las ruinas como una gran potencia económica mundial.


Nuestra reconstrucción y crecimiento económico quedan por ahora en suspenso, hasta tanto se decida nuestra suerte, en manos de todos los venezolanos. De seguir este gobierno dirigiendo la nación, es de esperarse que el daño se agrande y complique. Una cosa si es cierta. Celebrando revoluciones y golpes de estado fallidos como el del 4 de febrero de 1992, sin reconocer su gran fracaso, no resolverá nuestros problemas económicos, sociales, ni políticos actuales.